Día tres

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- ¿Quieres que te cuente lo que he soñado? -dijo Minji con una voz seductora a la vez que admiraba en techo de la habitación desde la cama. Hanni asintió y se giró para poder apreciarla- Soñé que te ataba del cuello con una correa mientras gateabas semidesnuda, gracioso, ¿no crees?
Minji rió, pero la omega se sonrojó. Había notado que su alfa estaba distinta desde que se había levantado.
- Min -la mencionada se giró- . ¿Te ocurre algo? Te noto algo... ¿diferente?
La alfa soltó una carcajada. Realmente pensó que su omega se iba a dar cuenta de que ella también había entrado en celo. No obstante, no parecía haberse percatado de eso. Sin embargo, iba ha hacer que se diera cuenta, pero no con palabras.
Minji se giró bruscamente y abrazó a la más bajita dejándola sin aire. Hanni luchó por sacar los brazos y agarrarla a ella también, mas no fue capaz.

No sabían qué más hacer; habían visto películas, habían intentado cocinar algo dulce... pero a Minji no le bastaba con eso.
Se encontraban de nuevo en la habitación de Hanni. Minji descansaba sentada a las pies de la cama mientras esperaba que su omega se pusiera algo más cómodo. No apartó la mirada de encima en ningún momento, y Hanni lo notó. Tragó saliva y se acercó a ella lentamente.
Minji la miró intensamente a los ojos y la acercó aún más a ella para plantar un beso en su frente.
La más alta sentó a Hanni en su regazo y pasó su nariz por el cuello de la omega para contemplar una vez más su dulce y atractivo aroma. Después, añadió caricias a la espalda y caderas de la bajita, consiguiendo así que se tensara.
No supieron cómo, pero Hanni terminó boca abajo completamente desnuda, esperando una vez más a que su alfa la hiciera ver las estrellas nuevamente. Minji acarició sus glúteos y su espalda para comenzar. Más adelante, besó su nuca y espalda. No dejó ni un solo espacio sin besar.
Hanni ya estaba más que preparada, entonces abrió un poco las piernas para dejarle paso a Minji. Esta entró sin pensarlo dos veces, consiguiendo sacarle un grito a su omega. Trataba de darle efecto a sus embestidas, así lo consiguió.
Los gemidos de Hanni eran agudos, más de lo normal, y le comenzaba a gustar.
Dio la vuelta a Hanni de la forma menos dolorosa posible y levantó levemente sus piernas para volver a abrirse paso. En la habitación solamente se podía escuchar los gritos de Hanni y sus pieles rozándose constantemente. La más bajita puso los ojos en blanco debido al placer que su alfa causaba, pero quería probar más cosas.
Sin articular palabra, Minji cargó con ella en brazos y la apoyó en una pared obligándola a que pasara sus piernas alrededor de las caderas de Minji para que su miembro entrase mejor aún.
«Dios mío; qué tetas más bonitas», pensó Minji perdiendo la poca cordura que conservaba. Tan solo ver a Hanni de aquella manera y a punto de llorar de placer la tenía completamente loca.
Al poco rato, ambas alcanzaron el orgasmo casi a la vez, mezclándose ambos fluidos, mas el pene de Minji se quedó dentro de Hanni, siendo imposible sacarlo. Así se acostaron esperando a que éste pudiera salir. Mientras, Minji dio la vuelta a Hanni para volver a besar su espalda. «¿Por qué huele tan bien?», se preguntó Minji a acercándose a su nuca. No aguantó más y mordió ligeramente un lado del cuello de Hanni, marcándola así.
- Te quiero, Pham -dijo la alfa en un tono posesivo. Aquello asustó a Hanni, quien aún jadeaba. No obstante, la omega aún trataba de asimilar lo que había ocurrido, por ello, no articuló ninguna palabra y se dejó llevar por su alfa.

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