DOS

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JUNGKOOK

Paseaba por el puente del río Han con mi nueva mascota, un cariñoso y enérgico dóberman de color marrón al cual llamé Bam. Había pasado un mes desde aquel día en que me encontré con un chico de cabellos castaños y que se convirtió en mi crush: Taehyung.

Desde ese día no lo he vuelto a ver y eso me pone algo ansioso; pero no para convertirme en un acosador e ir a buscarlo hasta en los confines de la Tierra. Solo sentí un flechazo, nada más. Y aunque de verdad tenga ganas de volverlo a ver, aunque su imagen no se borre de mi memoria y el aroma de su perfume más su cuadrada sonrisa sigan vivos en mis recuerdos; me quedaré quieto, no intentaré buscarlo. Además, no es que supiera mucho sobre él, solo sé su nombre, ni siquiera su apellido, y su edad.

—¿Bam, qué sucede? —le hablé a mi perro cuando lo sentí tirar de la correa.

Ya estábamos llegando al otro extremo del puente, cuando Bam se mandó a correr, zafándose la correa con que lo sujetaba de mis manos. Grité su nombre pero no se detuvo, tuve que mandarme a correr detrás de él, hasta que por fin se detuvo. Al acercarme, divisé junto a él un perrito pomerania de lo más mono y ambos parecían intercambiar saludos muy a su modo perruno.

—¡Yeontan! —escuché a alguien gritar— ¡Yeontan dónde estás!

Miré al peludito y vi que también llevaba una correa, así que probé algo…

—Yeontan —dije y el perro fue hacia mí—. Conque eres tú —lo tomé entre mis manos—. Vamos, tu dueño está buscándote.

Caminé hacia donde escuchaba la voz de un hombre llamar a su mascota, con el susodicho cargado en un brazo mientras que con mi mano libre sujetaba la correa de Bam. A medida que me fui acercando vi a un chico de pelo castaño y rizado buscar entre los arbustos de la acera desesperado, mientras pronunciaba el nombre de su perro. Fui hasta él.

—Hola, buenos días, creo que he encontrado a su perro.

El chico se incorporó en su sitio y se giró, para quedar frente a mí. Mis ojos se ensancharon por la sorpresa, así como los suyos, aunque no pudieran verme.

Esta vez no llevaba gafas puestas. Vestía un suéter rojo afelpado, un pantalón de tela blanco y unas zapatillas del mismo color.

El corazón se me disparó, eufórico.

—Nos hemos vuelto a encontrar, qué alegría.

—Siento lo mismo —me dijo.

—¿Qué? —enseguida me di cuenta de que había dicho en voz alta un pensamiento; pero me sorprendió más que él pensara lo mismo que yo.

Y ahí estaba, mostrándome esa sonrisa única que tiene. No pude evitar sonreír yo también, contagiado por el aura tan agradable y cálido que emitía. Estaba feliz. Y aunque las personas que pasaban por el lugar nos miraban con recelo, a mí no me importaba. Lo había vuelto a encontrar, no iba a desaprovechar la oportunidad de saber más acerca de él por nada en el mundo.

Le presenté a mi mascota, él me presentó a la suya y acordamos dar un paseo juntos.

Estuvimos caminando, conversando y conociéndonos, me atrevo a decir. Me contó que era profesor de escritura en braille en una escuela para niños ciegos, al igual que él y yo también terminé contándole un poco sobre mi vida.

Desde ese día, nuestros encuentros fueron más frecuentes, intercambiamos número de teléfono y acordábamos pequeños paseos como el que tuvimos con nuestras mascotas. Poco a poco fui descubriendo más sobre él, como que era el hijo del CEO de una empresa de moda masculina para la cual yo trabajaba como modelo. Mira tú si el mundo es un pañuelo. Visitaba su casa con frecuencia desde que él mismo me llevó a ella y pasaba largas horas allí en su compañía.

Nuestros encuentros se fueron convirtiendo en un hábito y la costumbre de tenernos cerca se transformó en necesidad. Terminé confesándole mis sentimientos. Y él los aceptó. Fue el día más feliz de mi vida; pero al pasar algunos meses, algo en él cambió.

Terminé descubriendo a un Taehyung, que ni siquiera sabía que existía.

©HUMAN [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora