El humo blanco de la locomotora del Expreso de Hogwarts se elevaba en el aire, mezclándose con la llovizna persistente de la estación de King's Cross. El andén 9¾ estaba lleno de estudiantes emocionados, familias llorosas y el bullicio característico de cada primer día de septiembre.
Elisabet Malfoy sostenía su equipaje con una mano y la jaula de su lechuza, Nocturna, con la otra. Su madre, Narcissa Malfoy, estaba a su lado, con su rostro pálido y hermoso marcado por una seriedad implacable. A pesar de la excitación que burbujeaba en su interior, Elisabet mantenía una expresión estoica, tal como se le había enseñado.
―Recuerda, Elisabet― dijo Narcissa con una voz firme pero suave ―la dignidad de los Malfoy debe ser mantenida en todo momento. Eres una representación de nuestra familia.
―Lo sé, madre― respondió Elisabet, mirando a su madre a los ojos ―No te decepcionaré.
Pero a pesar de sus palabras seguras, había una sombra de tristeza en sus ojos grises. Su padre, Lucius Malfoy, no había venido a despedirse. Estaba ocupado, según su madre, con asuntos importantes del Ministerio de Magia. Pero Elisabet no pudo evitar sentir el peso de su ausencia. Ella siempre había buscado su aprobación, y su falta de presencia en este momento tan crucial de su vida dejaba una cicatriz invisible.
Narcissa, percibiendo la tristeza de su hija aunque no se mencionara, se inclinó y le dio un abrazo breve pero firme ―Serás brillante, mi querida. Hogwarts es solo el comienzo. Recuerda todo lo que te hemos enseñado.
Elisabet asintió, sintiendo una mezcla de tristeza y emoción. No podía esperar a explorar los pasillos del castillo de Hogwarts, a descubrir los secretos que guardaba, pero no dejaría que esa emoción se mostrara. La dignidad de los Malfoy estaba en juego.
El silbato del tren sonó, llamando a todos los estudiantes a bordo. Narcissa dio un último vistazo a su hija antes de soltarla ―Adelante, Elisabet. Muéstrales lo que significa ser una Malfoy.
Elisabet respiró hondo y subió al tren, buscando un compartimento vacío. Mientras se alejaba, sintió una mezcla de libertad y responsabilidad. Al encontrar un asiento junto a la ventana, miró hacia afuera y vio a su madre todavía de pie en el andén, una figura solitaria entre la multitud.
El tren comenzó a moverse, y Elisabet levantó una mano en un saludo sutil. Narcissa asintió en respuesta, manteniendo su compostura hasta que el tren desapareció de vista. Solo entonces, Elisabet permitió que una pequeña sonrisa se asomara en sus labios. Estaba empezando un nuevo capítulo en su vida, uno lleno de misterio y posibilidades.
El tren se deslizaba suavemente sobre las vías, alejándose de la ciudad y adentrándose en el paisaje campestre. Elisabet Malfoy miraba por la ventana, perdida en sus pensamientos. La emoción de su primer día en Hogwarts se mezclaba con la ansiedad de lo desconocido. Aunque estaba decidida a demostrar su valía, sabía que su apellido cargaba con ciertas expectativas y prejuicios.
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Princesa de sangre ∘◦Una Malfoy entre notrosos◦∘
Science FictionElisabet Malfoy, una joven bruja del antiguo y poderoso linaje de los Malfoy, llega a Hogwarts con la firme convicción de la superioridad de la pureza de sangre, tal como sus padres le enseñaron. Sin embargo, al adentrarse en la escuela, descubre qu...