Nayeon tenía su vista fija en la pantalla de su laptop, que era lo único encendido en su estudio además de la pequeña lámpara que yacía a la izquierda de su escritorio. Sus ojos se encontraban más cerrados que abiertos debido a que se había tenido que levantar temprano para continuar trabajando en lo que no había podido finalizar la noche anterior y ya eran aproximadamente las seis de la mañana, lo que quería decir que debía terminar a las siete para preparar el desayuno, arreglarse para el trabajo, despertar a Minji, llevarla a la escuela y luego irse al bufete en el que trabajaba. Un estruendo a su derecha la hizo saltar en su lugar, mirando con sorpresa a la mujer que acababa de aparecer en su departamento. Luego de unos segundos soltó un suspiro de cansancio.
"¿Ahora qué necesitas?"
Preguntó y volvió a fijar la vista en su laptop, sin embargo, aunque sus ojos se movían por las líneas del documento en la pantalla, no estaba leyendo ni comprendiendo nada.
"Pareces un poco molesta y cansada, lo cual no me interesa porque tengo algo muy importante que necesito que revises".
Con un chasquido de sus dedos, la laptop frente a Nayeon se cerró y un documento apareció frente a ella. La castaña soltó otro suspiro de cansancio, pues se sabía aquel documento de pies a cabeza y no había nada que tuviera que revisar.
"Sabes que no necesito leerlo, sólo explícame el caso, como siempre buscaré la manera en que salgas ganando y luego desaparecerás de aquí justo como apareciste, ¿entendido?"
"Vaya, estamos un poco atrevidas el día de hoy". Se sentó en una silla frente a Nay, mirándola con su rostro inexpresivo, lo cual incomodó a la castaña. "Hice un trato con alguien y creo que no salió como lo esperaba".
"Espera", Nay detalló con la mirada a la pelinegra, aunque se encontraba peinada con aquella coleta perfectamente atada y sus ropajes finos estaban bien arreglados como de costumbre, una marca en su cuello hizo que los ojos de la castaña se abrieran como platos y soltara una carcajada, "¿ahora te acuestas con mortales para cerrar tus pactos o qué?"
"¡Ese no es el punto!", el cambio de voz a una más gruesa y profunda por parte de Tzuyu hizo que Nay parara de reír y carraspeara un poco, fijando sus ojos en el contrato con un tanto de desinterés. "Bien... necesito calmarme, necesito café... ¿quieres un café? Sin recargo a tu sentencia, por supuesto, totalmente gratis".
Nayeon se alzó de hombros como toda respuesta e inmediatamente la pelinegra hizo aparecer dos tazas con humeante café sobre su escritorio. Nay tomó una de las tazas deteniéndola cerca de su rostro para poder oler el aroma que desprendía el café, mientras que por su parte Tzuyu lo bebió sin detenerse un segundo a siquiera pensar en lo caliente que estaba... ella estaba mucho más caliente, Nayeon lo sentía en el ambiente, alguien se había encargado de molestarla a tal punto de acudir a ella, lo que no había pasado durante los últimos seis meses.
"Correcto", habló Nay luego de que vió a la mujer beberse toda la taza, "explícame tu caso entonces".
"Estaba tratando de convencer a esta chica de firmar y durante el proceso de convencerla sucedieron ciertas cosas y mientras sucedían ella dijo algo como "deseo que seas mía" así que..."
Justo en aquel momento Nayeon decidió dar un sorbo a su café y fue entonces cuando se ahogó con el mismo. Tosió varias veces para tranquilizarse y miró a Tzuyu con unas pequeñas lágrimas en sus ojos por lo que le acababa de suceder.
"¿Disculpa?"
"Ella sólo dijo eso... justo después de firmar... ese es su deseo... ¡poseerme, que sea suya!"
"Nunca pensé vivir lo suficiente como para ver algo como esto..., ¿cuál es el nombre de tan inteligente chica?"
"Minatozaki Sana... ¡no la adules!"
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Tus Deseos Son Mis Órdenes - Satzu
HumorTzuyu es la ama y señora del infierno. Ver al mundo decaer en el pecado mientras bebía un vaso de whisky o una copa de vino podía ser considerado uno de sus pasatiempos favoritos. Sin embargo, lo que más amaba hacer era arrastrar almas al infierno q...