03

560 71 2
                                    




Durante la navidad se encontró extrañamente solo. Fue a casa, recibió regalos de sus hermanas y cenó con toda la familia. Y de todas formas siguió sintiéndose solo. Su sobrino de tres años caminó hacia él, llamándole tío Jinsu con la mitad de sus dientes y reglándole un abrazo como si se diese cuenta de lo solo que se encontraba.

Su hermana mayor estaba orgullosamente casada con un general del ejército. A Sungchan le agradaba el sujeto, siempre fue bueno con su hermana y un gran padre para su sobrino, entonces, ¿por qué le desagradó de repente?

Quizás porque se dio cuenta de que estaba constantemente diciéndole que le haría bien una temporada en la milicia, y eso le recordaba a que había otro alfa (un soldado) que se casaría con el príncipe dentro de poco tiempo.

O quizás era porque su cuñado sabía mucho sobre la realeza y siempre traía el tema a la mesa.

-El príncipe heredero tomará el trono una vez se gradúe de la universidad.

Fue su appa quien le respondió primero.

-¿No puede gobernar su hermano mientras tanto? Parece bastante capaz.

Sungchan se sintió cálido por dentro, agradecido por tener a alguien en la mesa que se pusiese del lado de Wonbin.

Su cuñado soltó un suspiro forzado.

-Su imagen no es la mejor, el príncipe haría de esta nación una burla.

Sungchan apretó los dientes. En el último tramo de su vida no se imaginó que estaría furioso en medio de una cena de navidad. A él le ponía feliz la navidad, le hacía recordar a su infancia, al momento en que su única preocupación era cuál sería el siguiente juego con que él y sus hermanas pasarían el rato. Ahora estar en casa ya no le complacía. Solo podía pensar en que había un chico a kilómetros de distancia que de seguro estaba conociendo a quien sería su esposo, un esposo que se enfadaría si supiese que Sungchan había estado dentro de Wonbin por demasiado tiempo en el último mes.

Diablos. Para ser sincero, no se suponía que alargarían tanto la situación, pero Wonbin seguía regresando y Sungchan seguía arrastrándolo dentro de su hogar, atontado cuando se despertaba y se daba cuenta de que todo lo que podía oler era chocolate.

Sus amigos comenzaron a molestarlo para saber de quién era el aroma que se pegaba a la ropa de Sungchan como una segunda piel. Su propio padre lo olisqueó con curiosidad cuando arribó por la tarde del domingo, en plena víspera de navidad.

Él no pudo decírselo a nadie, no le haría algo así a Wonbin.

De todas formas, dudaba que eso que tenían, fuese lo que fuese, siguiese sucediendo por mucho más tiempo. Si tan solo el príncipe no fuese adictivo y si tan solo Sungchan no fuese tan débil.

Dejó el tenedor antes de lanzarlo a través de la mesa. No era justo, las personas no conocían a Wonbin, tampoco querían hacerlo, pero durante diciembre Sungchan llegó a conocerle. Park Wonbin era jodidamente inteligente, sabía todo sobre su nación y detestaba el hecho de no poder ayudar a su gente. «Ese no es mi papel» le dijo un día, descansando la barbilla sobre el pecho de Sungchan. Parecía tan sencillo en ese momento, tan mundano, despeinado, sonrojado y arruinado «Debo ser una pintura reluciente en el fondo de la imagen, ahí es donde pertenezco, nada más que una buena apariencia y un hacedor de reyes»

-Hace poco fue a visitar a su prometido -continuó su cuñado, ajeno a la manera en que sus palabras le deshacían el corazón. -Es bonito, no lo niego, pero apático. Parecía una sombra en el cuartel, su madre tuvo que llamarle la atención un par de veces, como si fuese un crio.

Su hermana menor, Hyein, se desplomó en la silla contigua a la de su padre beta, metiéndose en la conversación.

-Yo también lo sería si me obligasen a casarme e inmediatamente todos esperasen en la habitación de al lado, rezando para que pongan una semilla en mi útero.

Close to you - Sungchan x WonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora