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Olía a invierno, a la víspera navideña, a turrones y a cidra, al jengibre de los postres que su padre siempre hacía porque a su appa le encantaba como sabía junto a un trago de vino tinto.

Le gustaba su hogar y adoraba a su familia, nunca antes sintió vergüenza por ellos.

Hasta ahora.

El príncipe avanzó por el corredor, dejando su abrigo en el perchero junto a la biblioteca empotrada en la pared, que estaba repleta de libros polvorientos. Desde Sobre la paz perpetua de Kant hasta La dama de las camelias de Dumas. Lo miró todo con tanta veneración que resultaba un espectáculo ridículo. ¡Es decir, él era un príncipe! Esta sencilla casa suburbana palidecía ante su presencia, pero admiraba cada rincón con sus ojos grandes y oscuros adquiriendo un brillo conmovedor.

Wonbin relucía como el oro verdadero entre un montón de monedas de chocolate. Si lo pensaba bien tenía lo mejor en un combo perfecto: Oro y chocolate, ¿quién podría querer más que eso?

Todo fue bueno y tranquilo, entonces Mr. Tarly, el gato de su hermana, pasó corriendo y se saltó hacia Wonbin para asentarse en su pecho y ronronear contra su hombro. El suéter blanco, que de seguro era más costoso que todo el armario de Sungchan, se llenó de pelos anaranjados. Fue una tragedia que Mr. Tarly estuviese pelechando en esa época del año.

Sungchan chilló, tomado al gato y poniéndolo en la repisa superior que solo él podía alcanzar. Al parecer Mr. Tarly estaba huyendo de Hyein, quien quería ponerle un gorro de navidad para una fotografía familiar.

-¡Gatito, ven aquí!

Ella se detuvo abruptamente en el marco de la puerta que daba al salón, miró a Wonbin con la misma expresión que alguien pondría al ver a un fantasma.

Sungchan rezó para que su hermana menor no se hincase en el suelo y besase los pies del príncipe. Ella no hizo eso, gracias a todos los santos, Hyein solo corrió de regreso por donde había venido.

Wonbin alzó las cejas y Sungchan suspiró.

-No tengo ni idea...

-¡Te dije que era el príncipe! -dijo Hyein, ahora arrastrando consigo a su otra hermana, ambas discutían entre ellas, apenas mostrando sus cabezas.

Sungchan se golpeó la frente. Bien, confirmado, su familia era vergonzosa.

Pero, para su sorpresa, el príncipe sonrió. Estaba hecho un tonto por un chico con linda sonrisa, ¿no era una horrible circunstancia para alguien que no podía detener el tiempo? Nunca le había preocupado los planes del destino, era el tipo de persona que vivía sin esperar qué le depararía el futuro, pero hoy, en este momento, estaba preocupado.

Su hermana menor tenía un gusto retorcido por la farándula, de cierta manera le recordaba tanto a Sohee que no era de extrañar que Sungchan los tratase a ambos de la misma manera. Hyein siempre había sido la más valiente, o quizás la más imprudente, así que no fue inesperado que tomase la mano del príncipe y la sacudiese con fuerza.

-Increíble, eres incluso más lindo en persona. Ahora entiendo que no hubiese fotos tuyas en la fiesta de la realeza... ¡Es porque estás aquí! -torció el ceño, inclinándose para mirar a Sungchan. -¿Secuestraste al príncipe?

Su hermana mayor, Sooyoung, hizo una mueca.

-Sungchan, por lo que más quieras, dime que no has secuestrado a un príncipe.

Antes de que pudiese demostrar su inocencia, Wonbin saltó como si estuviese imitando a Mr. Tarly, aunque Sungchan sabía que el príncipe era una especie de persona gato por naturaleza. Rasqueteaba su espalda cuando quería comida, se metía en sus frazadas y se le pegaba al pecho cuando tenía frío en exceso, y se quejaba del afecto desmedido, pero siempre terminaba buscándolo por sí mismo.

Close to you - Sungchan x WonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora