Capítulo 4

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"Voy a hacerlo, voy a ser valiente como para tomar este camino por mi cuenta." Ross Lynch.


Harper.

Ser una adulta funcional no estaba en mis planes cuando era una niña, de hecho, lo único que me importaba era llegar temprano a las prácticas de fútbol y procurar que mi Walkman estuviera en mi mochila. Eventualmente, al crecer me di cuenta que la vida era mucho más que eso, las responsabilidades solo se iban acumulando y acumulando haciendo que todo dejase de ser color de rosa.

Desde que tengo uso de razón he visto por mí misma sin tener la ayuda de alguien más, Emily estaba demasiado ocupada follándose a cualquier desconocido en la sala de nuestro apartamento como para darse cuenta que debía cuidar de una hija. Luego, debí cuidar a Charly cuando era su responsabilidad y no mía. Papá se preocupaba y me quería, pero era ajeno al infierno que yo pasaba. Así que, en resumen, estaba sola.

Ahora debo cumplir con mi deber, pero eso no significa que me encuentre del todo feliz. La estructura de la universidad de Aslon se alza ante mis ojos como si se tratase de algún castillo de la era victoriana. Suelto un suspiro con la esperanza de poder calmar mis nervios a medida que avanzo hacia el interior del lugar. Hoy es el día donde debo arreglar y acomodar mi horario para la próxima semana, que es cuando entro oficialmente a la universidad. Perfectamente podía arreglar esto mediante internet, pero me obligué a salir de mi zona de confort e ir personalmente para socializar un poco más y de paso ir conociendo las instalaciones.

O eso fue lo que me dije para consolarme en el trayecto.

Cruzo las puertas del edificio de admisiones donde debo buscar el área de administración. Leo las indicaciones en las paredes hasta que me hacen llegar a una pequeña oficina donde se encuentra una señora acompañada de una chica rubia que revisa unos papeles.

— Buenas tardes, ¿aquí es donde puedo arreglar mi horario?

— ¡Hola! Sí, aquí es. ¿Puedes darme tu nombre y tu número de credencial?

Le extiendo mis papeles para evitar dictarle todo y tardarnos más. Ella me sonríe cuando los toman y empieza a buscarme en el sistema con tranquilidad. Casi no hay muchas personas aquí, cosa que agradezco inmensamente. La chica rubia sigue revisando los papeles hasta que parece notar mi presencia a su lado.

— Ah, tú te me haces conocida... ¿No eres la hija de Paul Garrison, el escritor?

Evito hacer una mueca.

— Se podría decir que sí.

— Yo seré tu guía la próxima semana. Me llamo Isabella, por cierto.

HARPER: La melodía de la locura ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora