PRÓLOGO

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"Mira que ironía querida.."











Córdoba, Argentina
20/06/2024


El silencio del cuarto de hotel era ensordecedor. Solo el suave murmullo de la brisa se filtraba entre las cortinas, llenando el espacio con una tranquilidad que a Agustina le resultaba extraña. Estaba recostada en la cama, su cuerpo aún temblando por lo ocurrido minutos antes. Las luces rojas de la habitación y la música tenue que seguía sonando ya no tenían el mismo efecto; eran solo detalles insignificantes en medio de su confusión. Todo le parecía ajeno, como si lo que acababa de suceder no fuera real.

No estaba segura de cómo había terminado ahí. Había comenzado como una noche cualquiera, una conversación más, con promesas que siempre terminaban vacías. Pero esta vez, algo fue diferente. Él era diferente. Sus palabras tenían un peso que no había sentido antes, y sus ojos, esos malditos ojos, parecían verla de una forma que nadie lo había hecho. Cada toque, cada susurro en la oscuridad, la empujaba más y más hacia un abismo del que no podía ni quería escapar.

Agustina nunca había sido de las que cedían a tentaciones fugaces. Siempre había mantenido su vida bajo control, cuidadosa de no cruzar ciertos límites. Pero esta noche, algo cambió. La forma en que él la miraba, como si fuera la única capaz de calmar su tormenta interna, como si su deseo por ella fuera más allá de cualquier norma, la desarmó. Por primera vez en mucho tiempo, Agustina se permitió ser otra. Una versión de sí misma que nunca había conocido, una versión que se dejó arrastrar por la pasión y que, en ese momento, no estaba dispuesta a detenerse.

El silencio que siguió fue abrumador. Podía sentir la sombra del arrepentimiento empezar a formarse, la culpa acechando en la esquina de su mente, pero antes de que pudiera asimilarla, él la abrazó. Fue un abrazo firme, casi desesperado, como si tratara de retenerla en ese instante, de no dejar que volviera a su realidad. La rubia cerró los ojos y, por un segundo, dejó de pensar. Pero incluso en esa calma, una certeza se instaló en su interior.

Había cruzado una línea de la que no había vuelta atrás.

Y lo más extraño era que no estaba segura de querer regresar.













QUE IRONÍA





















AGUSTINA BRAGARNIK

AGUSTINA BRAGARNIK

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QUE IRONÍA | LICHA MARTINEZ, CUTI ROMERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora