A las 18:22

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Al estar en aquella estación, se extrañó de que Suo tardara en aparecer. No era como si le importara, solo que aquel tipo había sido tan insistente en preguntar su nombre, que simplemente relacionaba aquella estación con el joven.

Ignoró la incomodidad de no verlo al día siguiente de la misma manera, por lo que esperó a que el fin de semana se hiciera presente, olvidándose de todo lo que tenía que ver él. De dicha manera, una nueva semana comenzaba, saliendo de clases con la única finalidad de ir a casa y descansar. Al caminar, se preguntaba si su rutina era tan aburrida como para verse limitado únicamente en ir a la preparatoria e ir a casa.

Un largo suspiro salió de sus labios, recargándose en la misma pared de siempre.

Cerró sus ojos, esperando que el ruido del metro le notificara su llegada, sin embargo, hubo un ruido que lo sacó de esa zona conformista en la que se había sumergido día a día. El agradable sonido de la lluvia se escuchaba y se veía fuera de aquella pequeña estación, oliendo el delicioso aroma de la tierra combinada con plantas secas. Una diminuta sonrisa se posó en sus labios al sentirse satisfecho con dicho olor, por lo que solo bostezó, dejando que sus mismos músculos tensos se relajaran con descaro.

Admiró todo a su alrededor.

Ese era un buen día para ver más allá—pensó optimista.

Un sonrojo adorable se plantó en sus mejillas, mientras que con ilusión admiraba las nubes griseas. Su motivación estuvo en comer algo delicioso después de cambiarse su uniforme.

Los minutos pasaron y había algo raro...

El metro no llegaba.

Admiró la hora, notando que eran las 18:16.

El metro estaba retrasado.

—Extraño—dijo, yendo hacía la aplicación de su celular—. ¡Mierda! —masculló al ver que había habido un paro de emergencia en dos estaciones atrás.

Su preocupación se filtró al notar que dichas estaciones estaban a 10 kilómetros de distancia. No había manera de que fuera caminando hasta allá con esa lluvia, que se hacía cada vez más intensa. Como si sus pensamientos no fueran suficiente, otro ruido logró sacarlo de su misma realidad.

Un joven castaño se cubría con su sombrilla, caminando lentamente. Cuando los ojos de ambos se toparon, la diversión y amabilidad se filtró por ese único ojo visible, mientras que, en los ojos bicolores de Sakura, se contraían sus pupilas ante el jodido nerviosismo y estrés que le provocaba el castaño.

—Oh Sakura-kun—saludó amablemente Suo, llegando a la estación, sacudiendo su sombrilla en un movimiento audaz—. Creí que ya te habrías ido.

—¿Sakura-kun? —repitió con su corazón acelerado el joven de tonos bicolores—. ¿Acaso somos conocidos?

Suo río cálidamente—Sé tu nombre y tú sabes el mío—se colocó a su lado—. ¿Eso no nos hace conocidos?

—Para nada, idiota—gruñó Sakura—, ¿no viste tu aplicación? El metro se retrasó.

—¿En serio? —preguntó verdaderamente sorprendido, sacando su celular, notando que lo dicho era cierto—. Un paro de emergencia. Qué mal, podría tardar hasta horas si algo grave ocurrió.

—Tonterías, solo ha de haber sido algún adolescente idiota.

Suo se divirtió con el comentario, relajándose con la lluvia que caía con más fuerza.

—Tú pareces ser un adolescente también, dime Sakura-kun, ¿cuántos años tienes? —como lo esperó, el joven de ojo ámbar se sonrojó abruptamente, provocando un sentimiento de emoción por tan bello sonrojo.

Estación - SuoSakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora