ｒｉｖａｒｉ||La cama equivocada, un escándalo y una esposa poco convencida.
Ari no esperaba despertar junto a Samantha Rivera, la madrina de la boda de su hermana. Resultó que había cometido un sencillo error y entre ellas no había sucedido nada, pero es...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Abril estaba impresionantemente mareada.
-¡No puedes hablar en serio! ¡Apenas nos conocemos!
-No creas. Estamos emparentadas por tu hermana y mi hermanastra. Y hemos pasado la noche juntas.
―Eso no es bastante. Aunque me casara, jamás lo haría contigo. Además, el matrimonio es una institución arcaica y machista- Exclamó con desesperación, ¿Por qué tenía que sucumbir?
-No creo que a tus hermanas les gustara conocer tu opinión.
-Me da igual- Declaró con fuerza.
Samantha rió.
-Vamos, Abril, te prometo ser una buena esposa.
―Ni siquiera conoces el significado de esa palabra- Reclamó con molestia absteniéndose de girar los ojos.
-¿De cuál, de «esposa» o de «buena»?
-De ninguna de las dos.
-Será una ceremonia discreta.
-¡No voy a casarme contigo!
―Y no creo que tus padres quieran que vistas de blanco.
-¡No voy a...!
-No tenemos por qué tener una luna de miel larga, aunque yo lo preferiría.- Era lo más irritante que la interrumpieran.
Abril colgó el teléfono enfurecida. Llegaba tarde a la clínica, pero antes de ir a trabajar debía intentar poner freno a aquel sinsentido. Levantó el auricular y marcó el número de sus padres.
-Buenos días, el obispo Garza al habla- Respondió su padre en su habitual tono evangélico.
―Soy yo, padre, Ari.- Lo oyó suspirar.
-Esperaba tu llamada. Tu madre está destrozada. Has salido en todos los periódicos.
-No ha sido culpa mía, sino...
-No me digas que ha sido culpa del diablo- Dijo él, impaciente. Es la excusa que oigo cada día.
-Samantha y yo apenas nos conocemos, y...
-Al menos está dispuesta a actuar como una dama- Interrumpió sin importarle en absoluto la opinión de su hija ―Aun así, yo no puedo oficiar la misa. Iría contra mis principios.
-No voy a casarme con ella.
-Por supuesto que sí.- Su padre hizo una pausa -O no volverás a vernos ni a tu madre ni a mí.
-Comprendo- dijo Abril, aunque le costaba aceptarlo.
-Eso espero, jovencita. Ya nos has causado bastantes disgustos. Esta mañana he tenido que hablar con el arzobispo y le he prometido que te casarás con la hermana de Javiera el próximo mes.
