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Al llegar, mi madre, una mujer con manos delicadas y facciones casi perfectas, cabello lacio, ojos color café, nariz respingada y labios carnosos, corre a mi encuentro y soba mi rostro con delicadeza mientras mi padre, un trabajador de tiempo completo con ciertas arrugas en su cara, cabello corto peinado de lado, y una mirada que inspira confianza y temor en igual proporción, extiende sus brazos para envolverme en un enorme abrazo el cual refleja su preocupación.

- Estoy bien - Les digo - Lo peor ya pasó... solo me recomendaron descansar y untarme pomada en la zona-

- Primero muéstrame tu mano antes de que te acuestes - Dice firme mi padre

Los empujo un poco y levanto mi manga dejando a la vista la llave negra.

Ambos analizan la forma y adquieren un semblante serio. Mi madre es la primera en tomar el valor para tocarla. Por suerte no siento más que el frío de sus dedos y le permito continuar. En cambio, mi padre es otro asunto, retrocede unos pasos, saca su teléfono y teclea el número de alguien que me es conocido por su voz.

Acuerdan una hora y en cuanto cuelga me mira molesto, como si lo que me sucedió fuera culpa mía.

- Iremos con alguien para que te revise - Dice el fin.

- ¿Con un doctor? - Mis padres son muy apegados a Dios y cada que ocurre algo prefieren ir primero con el sacerdote en vez de un doctor que ha estudiado por años.

- Sabes perfectamente con quién iremos - Responde firmemente - Y no quiero otra vez tu opinión acerca de ello -

Llegamos a la iglesia al cabo de 15 minutos puesto que vivimos a pocas cuadras de distancia. Entramos y como siempre mis padres se persignaron, excepto yo.

En las primeras paredes del frente se pueden observar diversas pinturas que simbolizan cosas importantes en la historia de la iglesia. La primera que contemplo consiste en un señor con corta barba y cabello largo marrón, vistiendo una túnica roja y sosteniendo lo que parece ser un bastón de madera, sentado en un trono de oro mucho más grande e imponente que el de las 2 personas a su lado; a su derecha tenemos un hombre barbón con túnica verde leyéndole un libro, y en la izquierda se encuentra una dama portando un pequeño cojín dorado entre sus manos, su cabello también es marrón como el de túnica roja pero el largo es mucho mayor, ambos portan coronas con diferentes estilos y tamaños, una más puntiaguda que la otra. A sus lados se encuentran otras pinturas más, las cuales incluyen desde personas desnudas, ángeles y representantes de la iglesia.

Mi presencia en este lugar es una costumbre para el personal de limpieza y demás personas que suelen venir a diario. He pasado horas mirando cada detalle a petición de mis padres, pero nunca había percatado de la que veo en este momento.

Se encuentra detrás de un gran florero, al parecer con el fin de no ser vista por el público. Es una lucha entre ángeles y demonios donde los "buenos" están pisoteando las sombras del inframundo e iluminando la tierra del ser humano. Quien encabeza al grupo lleva puesto un casco con plumaje, sostiene una bandera roja en su mano izquierda, y de su espalda un par de hermosas alas blancas sobresalen.

Me provoca extrañeza y mucha curiosidad saber el por qué se encuentra tan escondida si es simplemente una obra majestuosa.

Escucho unos pasos provenientes del confesionario y rápidamente me acerco a mis padres dejando a la vista aquella pintura.

- Buenas tardes padre - Saluda mi papá extendiendo su mano.

- Buenas tardes Arturo, es un gusto tenerte por aquí... - Responde el padre correspondiendo su saludo - Si tan solo fuera por motivos menos inquietantes - Dice eso mientras me mira.

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⏰ Last updated: May 24, 2024 ⏰

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