Monster

43 16 0
                                    

Uno pensaría que cuando se está al borde de la muerte, cuando sabes que estás en un peligro mortal, no importaría qué tan mala relación tengas con alguien; por instinto de supervivencia, harías lo que fuera para sobrevivir. O al menos, eso es lo que cualquiera pensaría.

—¡Eres un idiota! —gritó Inuyasha, su voz resonando en los oídos de (Nombre), quien protegía a su hermana Aome con todas sus fuerzas mientras ella observaba curiosa el nido de cráneos y cabellos de Yura.

—¿Yo? ¡Al menos no estoy atrapado, estúpido perro! —respondió (Nombre), saltando con agilidad para cortar una maraña de cabellos que sujetaba la pierna izquierda de Inuyasha—. ¡Se supone que tú eres el fuerte aquí!

—¡¿Qué quieres decir con eso?!

La tensión entre ambos se sentía en el aire mientras esquivaban y cortaban los cabellos mortales de Yura. La guadaña sagrada de (Nombre) brillaba con cada golpe, rebanando los hilos que parecían interminables, pero los dolores previos hacían que moverla fuera cada vez más difícil. Aome, sin perder tiempo, tensó su arco y lanzó una flecha hacia Yura, intentando lastimarla, pero su inexperiencia hizo que casi le diera a Inuyasha. La flecha terminó impactando en el nido de cabellos, logrando romperlo y desatando la ira de la mujer.

Del nido, miles de cráneos comenzaron a revelarse, mostrando a los tres el secreto de la técnica de Yura. Ella decapitaba a sus víctimas para poder utilizar sus cabellos como arma.

(Nombre) vio cómo la luna se escondía lentamente, marcando el paso del tiempo. El amanecer se aproximaba, y aún no habían descubierto el punto débil de esa mujer. La preocupación del chico de ojos verdes por su hermana era palpable en cada movimiento; cada corte que realizaba era solo para mantenerla a salvo.

—(Nombre), ese cráneo rojo, hay algo raro en él —gritó Aome, señalando con determinación.

Intentando prestar atención a las palabras de su hermana mientras repelía los constantes ataques, (Nombre) respondió:

—¿En serio? Tal vez sea el punto débil de Yura.

Cortaba y cortaba, su guadaña trazando arcos plateados en el aire, sus brazos dolían; jamás había tenido que mantener en alto un arma tan pesada como esa hoz en su vida. Cuando el chico vio que Inuyasha se liberó de la red de cabellos y atacó a Yura, se atrevió a volverse para mirar a Aome.

—Aome, yo iré a...

Pero Aome ya no estaba. Miró a todas direcciones asustado, y encontró a su hermana trepando por el nido de cabellos, intentando alcanzar y destruir ese cráneo particular con una flecha, y estaba a escasos centímetros de lograrlo. La valentía de la niña era admirable, pero para un hermano sobreprotector como (Nombre), esa situación era todo menos deseable.

—¡Aome, espera! —gritó, lanzándose hacia ella. Sus ojos se llenaron de miedo al ver a su hermana en peligro.

De repente, un hilo de cabello más grueso y fuerte que los demás se enroscó alrededor de su brazo, tirando con una fuerza brutal. (Nombre) intentó cortar el cabello con su guadaña, pero otros hilos lo atraparon, inmovilizándolo. Sentía cómo la presión aumentaba, apretando sus extremidades y su torso, hasta que un dolor agudo le atravesó el costado. La espada de Yura había atravesado su hombro derecho, el brazo donde sostenía el arma sagrada.

—¡Aagh! —gritó de dolor mientras la sangre comenzaba a empapar su ropa. Aome se giró, sus ojos llenos de horror al ver a su hermano atrapado y herido.

—Eso es lo que te ganas, cara bonita —dijo Yura, con una sonrisa cruel. (Nombre) solo miró con ira a la mujer que controlaba todo con los hilos de su mano, deseando poder recuperar la guadaña que había dejado caer por el dolor y cortar su cuello de una vez.

Past Lives  | InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora