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LA DISPUTA ENTRE los Callaways y los Dunbars ha sido una constante en Beacon Hills mucho antes de que incluso su tatarabuelo aprendiera a hablar. Paris se sorprende de cómo algo que se declaró hace muchos años ha perdurado tanto y su familia simplemente lo ha aceptado, pero sabe que cuestionar eso no está permitido, así que simplemente lo toma. Su familia y los Dunbars, a los que nunca ha conocido, son enemigos declarados.
Lo que podría haber sido una pelea por dinero, ofensas o incluso infidelidades, resulta ser algo más profundo. Según la leyenda familiar, un antepasado de Paris prometió a Dios -¡Dios!- que ninguno de los Callaways entraría al cielo hasta que cazaran a todas las bestias que atacaran inocentes en Beacon Hills, y los Dunbars encabezaban esa lista. Incluso la familia de su prima, los Argent, estaba involucrada, así que había cierta presión con respecto a ello. Algo que sucede con las promesas ancestrales, que además de traer traumas generacionales, también traen consigo expectativas.
Las expectativas sobre Paris van más allá de lo normal para una adolescente como mantener buenas notas, llegar a casa antes del toque de queda, no gastar demasiado con la tarjeta de crédito de su padre. Pero cuando perteneces a un mundo lleno de secretos, a esas expectativas se suman otras: convertirse en la mejor cazadora de su generación, contribuir al cumplimiento del juramento y por supuesto, evitar relacionarse con hombres lobo y no convertirse en uno.
Las últimas dos expectativas parecen obvias, pero por alguna razón, son justo las que Paris no ha podido cumplir. Y como en todas las tragedias que involucran a familias ancestrales, amores prohibidos y rebeldía adolescente, solo podía terminar de una manera.
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¡LOS TRÁGICOS AMANTES!
emily alyn lind . . . pariscallaway argent
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