El Juicio Final

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Desperté de golpe, mi corazón latía frenéticamente y un grito ahogado escapó de mis labios: "¡Ana!" Me senté de repente, respirando con dificultad, mis ojos intentaron ajustarse a la penumbra que me rodeaba. Poco a poco, los contornos de la habitación se hicieron más claros, y me di cuenta de que no estaba en mi cama. Estaba en una sala de juicios desconocida, una sala opresiva y lúgubre, cuyas paredes parecían cerrarse sobre mí.

Miré a mi alrededor y vi que todos los presentes llevaban largas batas negras que ondeaban ominosamente con cada movimiento. Sus rostros eran una mezcla de indiferencia y desdén, y sus miradas perforaban mi alma con juicio silencioso. Sentí un frío espeluznante que recorría mi espina dorsal y una creciente sensación de que algo estaba terriblemente mal.

En el centro de la sala, un juez imponente se encontraba elevado en su estrado. Sus ojos eran severos y penetrantes, y su presencia llenaba la sala de una autoridad inquebrantable. Las manos del juez reposaban sobre un mazo grande y pesado que parecía un símbolo de su poder absoluto.

“Orden en la sala”, anunció el juez con una voz resonante que hizo eco en cada rincón del recinto. La multitud se aquietó instantáneamente, y una atmósfera de expectativa cayó sobre nosotros.

"¿Dónde estoy?" murmuré, aún desorientado y abrumado por la situación. La respuesta llegó de la boca del juez, cortante y definitiva.

"Estás en el Tribunal de la Existencia", dijo. "Aquí se decidirá si eres digno de los poderes que has reclamado y si mereces estar donde estás ahora."

"Poderes... ¿de qué está hablando?" pregunté, mi voz temblaba con confusión y miedo.

El juez levantó un manojo de documentos antiguos, sus páginas amarillentas crujían bajo su toque. “T/N, has sido acusado de usurpar poderes que no te corresponden y de intentar alterar el curso de tu destino de manera ilícita. Este tribunal determinará si esos poderes deben ser revocados.”

"No entiendo..." empecé a decir, pero fui interrumpido por la aparición de un testigo en el estrado, un anciano de mirada severa que parecía haber visto más de lo que cualquier ser humano debería.

“El acusado ha intentado desafiar la muerte, ha buscado justicia más allá de lo que está permitido para los mortales”, declaró el anciano con una voz tan antigua como la tierra misma. “Ha buscado poderes que alteran la realidad misma, todo en nombre de su amada, Ana.”

El nombre de Ana resonó en la sala y un silencio pesado cayó sobre nosotros. La mención de su nombre trajo un dolor agudo a mi pecho, una herida que nunca sanaría completamente. “Sí, lo hice”, admití en voz baja, mis palabras llenas de pesar y determinación. “Lo hice por Ana. Quería justicia para ella. Quería que su muerte no fuera en vano.”

“Y al hacerlo, rompiste el equilibrio natural”, dijo el juez con firmeza. “No está en el poder de los mortales alterar el destino de tal manera. Debes rendir cuentas por tus acciones.”

Un murmullo recorrió la sala, y las figuras en batas negras asintieron con gravedad. Sentí que el suelo bajo mis pies se desvanecía mientras la realidad de la situación se volvía cada vez más clara.

“Entonces, ¿qué sucede ahora?” pregunté, mi voz apenas un susurro.

“El tribunal deliberará sobre tu destino”, dijo el juez, golpeando el mazo con un estruendo final que hizo temblar las paredes. “Mientras tanto, serás confinado hasta que se tome una decisión.”

De repente, la sala de juicios comenzó a desvanecerse, y el mundo a mi alrededor se distorsionó en una neblina borrosa de colores oscuros y grises. Sentí un tirón en el estómago, como si estuviera siendo arrastrado a través del tiempo y el espacio, y luego todo se volvió negro.

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⏰ Última actualización: May 25, 2024 ⏰

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T/N El Sufrimiento Eterno Tensei Shitara Slime Datta KenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora