Prólogo

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La tranquilidad de la noche solo era interrumpida por el leve murmullo de un arroyo cuyas aguas reflejaban la luz estelar. La brisa con olor a vegetación sacudía los helechos marchitos.

Un destello de pelaje rojizo atravesó la espesura con grandes zancadas, con un bulto de pelaje blanco en la boca. Arribó a una guarida llena de hojas entrelazadas y zarzas que tapaban la entrada. En el interior se encontraba una gata de aspecto triste, con su suave pelaje erizado.

-Ah, eres tú, Sol Rojizo. -comentó la gata. De pronto sus ojos se dilataron-. Donde has encontrado esa gatita?

-En... en el bosque. -vaciló el gato rojizo. Dejó la gatita junto a la reina y añadió-. Tiene unos sorprendentes ojos violeta... como ningún gato los ha tenido.

-Es cierto... -confesó la reina-. Sin duda debe estar abandonada, aunque solo una madre verdaderamente mala haría eso. Estás seguro de que la encontraste en el bosque ?

-Sí. Además pensé que te gustaría tener otra hija... Después de la muerte de Pequeña Helada.

-Es cierto. -la reina rodeó con la cola a la gatita y añadió-. Su pelaje y sus ojos me recuerdan a las flores moradas de la orquídea. Se llamará Pequeña Orquídea.

-Estás segura de que la aceptarán?

-Por supuesto. Sin duda has hecho un buen trabajo al llevarla hasta aquí, Sol Rojizo. Te lo agradezco.

-A ti más, Flor Naciente. -replicó el gato rojizo.

La reina rodeó la gata con su hocico. Sorprendida, descubrió que tenía el olor del Clan del Crepúsculo.

El Secreto de Mirada de OrquídeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora