Prólogo

4 0 0
                                    

Todavía recuerdo esos tiempos en los cuales mi mayor preocupación era poder quedarme dormida en la hora de siesta, nunca fui una persona que le gusta dormí en las tardes, tenía tanta energía que sentía que podía correr por toda la escuelita jajajajaja.

Mientras el sol se encontraba en su punto más alto, el ambiente estaba lleno de risas provenientes de un kinder, donde se podia apreciar vários niños jugando, divirtiéndose entre sí, mientras corren de un lado al otro intentando no tropezar con sus compañeros y los juegos del patio.

Me encantaba ver a mis compañeros jugando y correteando por todo el patio, mientras me mesía en mi columpio favorito, pensando cuánta fuerza se necesitaría para dar un vuelta completa en el.

Entre todas las risas y juegos, se podía apreciar sentada en un columpio una pequeña niña de no más de 6 años de edad, de piel blanca, con su lindo cabello corto marron oscuro recogido en dos colitas y unos lindos ojos llenos de felicidad los cuáles eran del mismo color de su cabello. Ella soltaba una risa llena de inocencia cada vez que el columpio se mesía más y más alto.

El Kinder quedaba cerca de una escuela primaria y un liceo, solía ver con fascinación a los niños más grandes, los culés estaban recorriendo el camino para volverse adultos. Creía que ser mayor significa jugar cuando quisiera, salir sin tener que estar agarrada a la mano de mamá siempre o comer cualquier golosina que quisiera. Pensé que la vida siempre estaba llena de juegos y diversión.

La niña dio un pequeño salta en su lugar por el repentino sonido de la campana, lo que significaba que era hora de volver al aula. De un salto la niña se bajó del columpio y empezó a correr hacia el salón con una sonrisa en su joven rostro.

Pero me equivoqué, la vida no siempre está lleno de risas y juegos, poco a poco esa niña rebosante de confianza y brillo fue desapareciendo, dejando solo un vaso vacío que fue llenándose poco a poco con ansiedad, inseguridades y estrés.

-Niños hagan una fila para entrar al salón- dijo la maestra María con un tono firme pero a la vez lleno de cariño.

La pequeña niña sonriente se acercó con calma a la profesora, la cuál vigilaba que los niños hicieran la fila para entrar de manera organizada al aula.

-¿Como estuvo su recreo maestra María?- preguntó la niña con una dulce sonrisa esculpido en su pequeño rostro.

-Bastante bien pequeña Luna, ahora ve con tus compañeros y acomódate en la fila para poder entrar al salón- dijo la maestra con calma, apreciando como la pequeña Luna asentía para después darse la vuelta y caminar hacia la fila para formarse.

Siendo sincera, extraño esos momentos, todo era más simple. Pero bueno, no podemos vivir siempre en el pasado.

Ahora que lo pienso no me presente cómo es debido, me llamo Luna Pérez y te invito a leer mi historia.

Eclipse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora