.- Capítulo VI -.

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Su mirada se ajustaba y se alejaba con cada parpadeo

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Su mirada se ajustaba y se alejaba con cada parpadeo. Pero los cerró tan pronto el sonido chirriante volvió a mortificarlo. Trataba de no entrar en un miedo suspendido de un furioso corazón al borde del colapso, y de que demasiados ruidos extraños se escuchasen a las afueras de la desconocida habitación. Era tanta su tención que no lograba mover ni una pisca de su cuerpo.

<<Respira, Min Yoongi >>

<<Es una pesadilla>>

Sus dedos se encajaron con cierta fuerza sobre las sábanas y apretó sus ojos en certidumbre negándose en caer en cuenta que su pesadilla se sintiera de la forma más realista que puede haber a lo largo de diecinueve años de sueños intermitentes. Aparte de encontrarse en una pesadilla de engorrosos minutos que le adormecieron la espalda.

Sin embargo, los toquidos en la puerta lo hicieron respirar aún más rápido, pues la voz de su madre lo estaba martirizado en conjunto con el sonido satánico del reloj a su lado y luz parpadeante.

---¡Escuche que volviste! ---lo mandó---. ¡Sal a desayunar o se hará tarde para ir al colegio!

Los golpes de la puerta lo mortificaron.

<< ¿Colegio? >>

¿Asistir al colegio era posible?

Que sueño tan más loco.

Yoongi, acorraló con más fuerza la sabana debajo de él, y lentamente fue abriendo un solo ojo de nueva cuenta, mientras el otro lo apretó temiendo volver a ver esas imágenes pegadas en su techo.

Su puchero fue pronunciado, al notar que no era un sueño y que estaba en una realidad proveniente, de tal vez el infierno.

—Luna..., madre mía. No era mi intención dormirme en el sermón del párroco, perdón madre mía.

Yoongi murmuró bajo con sus dientes apretados, pues hasta abrir su boca le pesaba y no le agradaba el amargor en su boca seca tal como la tierra.

—¡Min Yoongi, sal ahora mismo! —volvió a tocar la puerta. 

¿Acaso su madre también sería un tormento en su pesadilla?
¿Acaso, también en el infierno tendría que soportar sus nervios dramáticos, de su querida progenitora?

Lo último que recuerda, es que terminó metido en una taberna a altas horas de la noche y, simplemente al amanecer se encontraba en una habitación con sonidos de imágenes que jamás pudo imaginar. La soledad del carisma del campo no se asomaba por su venta, al contrarío, una ventana tapada por papel gris lleno de letras le evitaba toda luz natural y el sonido de las aves madrugadoras. 

—¡OK, se acabó! ¡Voy a entrar!

El sonido metálico acaparó su atención y la puerta de madera dejó ver el rostro demacrado de la omega. Su ceño fruncido lo admiró con detenimiento hasta que sus cejas se desvanecieron ante la curiosidad de notar a su hijo aún más pálido de lo normal y con ropa que nunca en su vida se pondría, la estadía de su salud podría esperar al si quiera seguir notando el cambio de su cabello ondulado y castañamente brilloso. 

Libros, Deseos y Park. [omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora