• 08 Ángel caído, alas cortadas

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Miguel no quería dejar de devorar los labios de Linda, sus ojos se veían atrapados en el rojo, un rojo que batallaba con el de su cabello, te preguntabas cuál ganaría, pero definitivamente sus mejillas ruborizabas se llevaban el primer lugar.

Tu cuerpo estaba respondiendo de manera extraña ante las desconocidas caricias. No eras una blanca paloma, estaba de más mencionar las incontables manos que han estado encima de ti, pero ningunas como las de Miguel, ningunas tan delicadas y suaves. Las rasposas y a la vez sutiles yemas de sus dedos rozaban las paletas de tu espalda, dejando un rastro de cariño en cada centímetro, a pesar de la intromisión de la lengua de Miguel en tu boca, no te atrevias a categorizar el beso cómo uno apasionado. Era intenso, sí, pero no con una connotación atrevida, se sentía la necesidad y el deseo en cada movimiento de ambas bocas, pero no se reflejaban deseos de buscar algo más.

─ Miguel... ─ Susurraste en cuánto tomaste distancia para llenar tus pulmones de oxígeno, algo molesta por lo biológicamente posible que funcionaba tu cuerpo. Ojalá no haberte separado de ese beso nunca.

─ Linda, sólo hagamos esto en silencio, por favor. ─ Miguel cerró los ojos con fuerza, parecía estar en una batalla interna en la cual su cerebro junto a su corazón peleaban a mano limpia.

─ Claro, cielo, lo que tu digas. ─ Acunaste su rostro entre tus manos y lo obligaste a abrir los ojos, pero cualquier inquietud abandonó su expresión y ahora se veía relajado, perdido en ti, siendo hipnotizado por tí.

Con cuidado fue bajando sus manos y las fue posando en tus piernas, era tan ligero el toque que sentías como cosquilleaba cada zona tocada. Sus dedos se aferraron a tu piel descubierta y una ola de sorpresa te invadió cuando notaste que no había dejado una sola marca, fue tan delicado en dejarte tendida sobre la cama. Sus ojos ansiosos no dejaban de verte en ningún momento, se acomodó encima de ti y con sus dos manos apartó los cabellos atrapados en tu espalda, los dejó sobre tus hombros y cautivado por la suavidad de este, lo siguió acariciando por unos segundos más. Sus manos viajaban en tu rostro y terminó por rozar tu labio inferior con su dedo pulgar, moviendo este y provocando un ruido húmedo en tu boca, no tardó en callarlo con un corto beso sobre tus belfos.

Acostumbrabas a tener hombres sobre ti, habías desarrollado un complejo de inferioridad y era de tu vida diaria tener que verlos desde abajo, pero a pesar de todo eso, tener a Miguel encima no se sentía como una pose de jerarquía ni mucho menos de vulnerabilidad. Verlo desde la comodidad de la cama te hacía sentir viva, protegida, como si su gran espalda fuese capaz de protegerte de lo que sea, como si de un escudo se tratase. Miguel era un hombre grande y tosco, normalmente te sentirías intimidada, pero irónico era el hecho que era él quien se veía vulnerable, sus cejas gruesas y rectas ahora estaban inclinadas hacía abajo, dejándose ver con una mirada nunca antes vista por ti. Sus labios que comúnmente estaban cerrados en una línea, ahora estaban entreabiertos y su comisura dejaba ver una pequeña sonrisa, y su cabello que se acomodaba a la perfección con su peineta y gel, ahora estaba caído hacía abajo, totalmente despeinado y revuelto después de una ducha.

No olía a ese exquisito perfume, ahora olía a él.

─ Tienes catorce lunares en el rostro. ─ Dijo repentinamente, tomandote por sorpresa.

─ ¿Los contaste ahora? ─ Una risa salió de tus labios, no una risa coqueta ni juguetona, si no que una risa genuina.

─ Los conté hace tiempo, pero había contado trece... Ahora teniéndote así de cerca, puedo ver uno en tu mejilla izquierda. ─ Con su dedo índice, tocó lunar por lunar y finalizó con dejar la palma extendida, cubriendo gran parte de tu rostro debido a su gran tamaño.

─ ¿Te gustan? ─ Ladeaste la cabeza, sintiendo timidez por primera vez en tu vida.

─ Más de lo que se me debería permitir. ─ Ahí estaba, con su maldita y atractiva sonrisa.

𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤𝐞𝐬𝐭 𝐃𝐚𝐲𝐟𝐫𝐚𝐬𝐞 ─ Miguel O'haraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora