• 09 ¿Cerramos el trato con un beso, bonita?

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El camino al edificio de investigaciones fue silencioso, no quedaban rastros de esas carismáticas charlas que hasta hace poco habían dado inicio. Estos últimos dos meses se habían tratado netamente de convivir con Miguel, una que otra vez tuviste que repetir tu declaración pero era escrita y el chico se encargaba de hacerla llegar a la comisaría, de cierta forma le evitaba los malos ratos y agradecias ello, pero ahora iba concentrado al manubrio y aunque notaste una que otra mirada disimulada, tu rostro sin expresión se mantenía.

─ ¿Debo ir a declarar otra vez? ─ Era quinta vez que intentabas descrubir que pasaba, pero cómo todas las anteriores preguntas, esta era otra que se quedaba sin respuesta.

El auto frenó repentinamente y tuviste que posar que sujetarte del cinturón para no golpearte. Estabas tan sumergida en ver al chico en busca de alguna respuesta, en consecuencia, no notaste que ya habían llegado a su lugar de trabajo, es más, ni se había dado la molestia de ir al estacionamiento, simplemente acomodó el auto en la calle. Abrió la puerta abruptamente y cuando pusiste un pie para salir de ahí, su cuerpo te lo impidió y lo quedaste viendo confundida, pero extendió una de sus manos y tu corazón recién se calmó ahí.

Sonreiste con alivio y timidez, tomaste su mano y con su ayuda bajaste del auto, pero estabas muy equivocada. No buscaba ayudarte, simplemente extendió su mano para acercar las esposas a tus muñecas y así encerrar estas con el objeto metálico, casi se te cae el rostro ante la gran decepción y tristeza, una vez más Miguel te hacía sentir ridícula. Buscaste alguna explicación con la mirada pero en respuesta fuiste ignorada, se posicionó trás de ti y cómo si de un delincuente se tratase, puso su mano en tu hombro y te guió hacía donde caminar, sintiéndote mucho más humillada que antes.

Sin embargo, fue mucho peor cuándo ya estaban dentro y todas las miradas cayeron en tí, miradas de ira y desprecio, todos saludaban con respeto a su jefe O'hara y tu a su lado eras una simple prostituta, lo tenías claro. A lo lejos viste a Dante acercarse con pasos fuertes y a simple vista parecía molesto, hecho que terminaste de corroborar en cuánto llegó a tu lado y te tomó de la nuca, alejandote de Miguel y arrastrandote a una sala, donde habían otros policías que presenciaron la situación.

─ ¿Es ella? ─ Se escuchó la voz de una chica y pensaste que era la secretaria con la que habló Miguel en casa, pero no se veía como una, ya que llevaba un uniforme de policía.

─ Así es, aquí tienen justo en frente de sus ojos, a la puta que mató a nuestros compañeros. ─ Dante te golpeó con su rodilla y caíste justo en frente de los pies de la chica. Simplemente dejaste tu rostro contra el suelo, no teniendo ganas de enfrentar a todos los de ahí.

─ Yo no he matado a nadie, gringo estúpido... ─ Susurraste, aún así lo dijiste lo suficientemente fuerte como para ser escuchada, en consecuencia, fuiste tomada del cabello y alzada a la fuerza, ahora viendo como Miguel había entrado a la sala.

─ ¿Y cómo mierda es que tu esposo supo que justamente nuestro equipo te tenía bajo observación? Los mató a todos, a nuestros compañeros de años, hombres con hijos y esposas. ─ Te jaloneaba con cada palabra que decía, pensaste que Miguel iba a intervenir como lo hizo alguna vez, pero el hombre no era capaz ni de mirar la escena que tenía en frente.

─ Dante, suficiente. ─ Intervino la chica rubia, que te veía con algo de lástima, pero se veía igual de triste que Dante y todos los presentes, el luto era notable. ─ Simplemente deja que Miguel se haga responsable de esto, después de todo, él estuvo a cargo de ella este tiempo.

La voz de ella pareció influenciar porque te soltó y no tuviste los reflejos suficientes para evitar que tu cuerpo una vez más cayera directo al suelo. Un par de manos fuertes te sujetaron y por un momento creíste que se trataba de Miguel, estando ya sentada viste en frente de ti un par de ojos azules, era la misma chica de antes.

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⏰ Última actualización: Oct 10 ⏰

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𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤𝐞𝐬𝐭 𝐃𝐚𝐲𝐟𝐫𝐚𝐬𝐞 ─ Miguel O'haraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora