"Un ojo abierto, el otro soñando"
Noto como me caigo al vacío. Y... me despierto. Apoyo el brazo izquierdo para levantarme del suelo; siento algo tibio en el hombro. Sangre. Miro la mesita y el hombro y me doy cuenta de que me he clavado la esquina de la cómoda.
Me siento en la cama y comienzo a sacarme las astillas que se me han clavado en el hombro. Siento un dolor punzante al sacarme la última. Escucho un ruido fuera de mi habitación. Corro hasta la puerta, pero cuando la abro ya no hay nada. Miro a los lados en busca de algún ladrón o secuestrador pero solo veo la luz del baño encendida.
<¿Quién va a estas horas al baño?>pienso. Estoy de camino al baño cuando suena la alarma de mi móvil. Las siete y media. Corro a mi habitación a apagar la alarma y cojo ropa.
-¡Déjame pasar!-digo aporreando la puerta del baño.-¡Ya!
-¡Vete de aquí!-se escucha decir a Enol (mi hermano) desde dentro.-Madruga más.
Dice mientras sale del baño y me da una patada en la rodilla. Me adentro en el baño tosiendo por el vaho. Poso la ropa limpia sobre el váter y meto el pijama en el cesto de la ropa sucia. Me ducho intentando quitar la sangre seca que tengo al rededor de la herida sin mucho éxito. Salgo de la ducha y me pongo un jersey negro de cuello alto y unos vaqueros. Me hago una coleta y corro al piso de abajo a desayunar.
-Vas a llegar tarde,-susurra mi madre-deberías levantarte antes.
-¿Le has comido el coco?-pregunto mirando a Enol y dándole un bocado a la manzana que tengo en la mano. Sonríe y asiente varias veces mientras me tira un gajo de su mandarina-Oh, emancípate y déjame en paz.
Subo las escaleras corriendo y escuchando a Enol gritarme algo sobre no irse antes de casa que yo. Llego al baño y tiro el corazón de la manzana a la basura. Me lavo los dientes y justo cuando abro la puerta de la calle con la mochila en el hombro Enol me agarra por las rodillas y me mete en su coche. No hablamos durante el viaje hasta el instituto. Nunca nos hemos llevado bien y ahora que ya estamos cansados el uno del otro las cosas no mejoran. Cuando yo tenía un año y el cinco me tiró de la cuna y me dijo que era lo que hacían los hermanos mayores. Aunque también me acuerdo de cuando me defendía en el patio del colegio de los niños-que aunque eran de mi clase yo parecía uno o dos años más pequeña-y conseguía que no se metieran conmigo en un par de semanas. Pero ahora siempre que hablamos acabamos discutiendo y alguna vez terminamos pellizcándonos y tirándonos del pelo.
Me deja en la puerta del instituto. Cuando voy a bajarme del coche me agarra un hombro y me besa la mejilla. <Puag. Tiene el liquido de la mandarina en los labios.>pienso.Yo me suelto y me limpio con la mano, el pone los ojos en blanco y yo le saco la lengua.
Salto para bajar del monovolumen de Enol y me encuentro con un comité de bienvenida. Inés y Ana me agarran por los codos y sin mayor problema me arrastran hasta la cancha. Cuando me sueltan voy darle un abrazo a Inés-mi mejor amiga-pero Ana me pone una mano en la cabeza, manchándome de ¿tierra? el pelo castaño claro. Se agarran por los brazos y me dan papeles, muchos papeles. Los reconozco al instante; son los poemas y las cartas que le di a Inés. Abro la boca pero Ana ya está hablando.
-No necesitas saber nada-sonríen-. No vuelvas a hablarle... hablarnos.
-Pero...-Empiezo a gimotear, pero ya se han ido.
Mantengo la cara inexpresiva, tiro los papeles y voy hacia Elisa. Nos saludamos y le cuento lo que me acaba de pasar con Inés y Ana y de repente noto como las lágrimas me arden tras los ojos. Pestañeo para retenerlas. Me voy corriendo al baño cuando me doy cuenta de porque Carolina, Iris, Ariana, Amanda y Natalia se han unido a Elisa y a mi. Se me están cayendo las lágrimas. Odio esto. Noto pasos detrás de mi, pero yo ya estoy metida en un baño con el pestillo puesto. Oigo los golpes en la puerta y distingo mi nombre, pero no escucho que más dicen. Intento centrarme pero siento que me estoy rompiendo. No aguanto más, las lágrimas dejan de caer por mi blanco rostro y me agarro los costados con fuerza como si eso fuese a reconstruirme y salgo del baño. Todas me hablan, pero yo estoy demasiado ocupada lavándome la cara y diciéndome que no pasa nada. Escucho el timbre, pero es como si el sonido me llegase desde muy lejos. Todas se dispersan, el único fallo es que Amanda y Ariana van a mi clase. Me dejo caer en una silla y saco un libro cualquiera y el archivador. Amanda se sienta a mi lado y Ariana detrás de mi. Yo sigo cayada y lo más inexpresiva que puedo, aunque no estoy segura de cuanto es eso.
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¿Irresponsable?
Jugendliteratur¿Pesadillas? ¿Líos? ¿Cambios? Y pensar que todo era tan normal...