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○────✑ A medida que las responsabilidades en el reino aumentan y las intrigas palaciegas con respecto a su reinado se intensifican, Griffith se encuentra en una encrucijada llena de una silenciosa ansiedad. Su posición como rey le exige tomar decisiones difíciles, por momentos no sabía si estaba tomando las decisiones correctas en el momento adecuado.

Ahora, por desgracia, tenía un rato para pensar, por más que deseara retirarse desde hace mucho tiempo, debía de guardar las apariencias así que permaneció sentado en una de las sillas mientras esperaba fuera de la sala de parto.

Dentro de la habitación contigua se podían escuchar los gritos de dolor de su esposa. Por momentos también escuchaba a las doncellas, médicos y parteras decirle que se calmara y respiraba pausadamente para volver a pujar mientras ella negaba, parecía asustada.

Observaba algunas de las doncellas y parteras salir y entrar la habitación rápidamente sacando trapos sucios, cuencos con agua y esponjas. Sabía que debía mostrar más preocupación, para que todos vieran lo mucho que le importaba su reina, pero se encontraba ya harto del solo hecho de estar ahí.

Ya casi terminaba el día, el sol estaba en el ocaso, llevaban todo el día en la misma situación. Al parecer su esposa estaba teniendo complicaciones para dar a luz a su hijo.

Estuvo atendiendo diferentes situaciones en la corte desde temprano mientras su esposa estaba en labor de parto, le dijo a una de las doncellas más cercanas a su reina que le avisara cuando el bebé naciera. Después de varios asuntos y que la corte le dejara tranquilo se dio con la sorpresa de que su hijo todavía no nacía, así que tuvo que quedarse a esperar fuera de la sala.

Este tiempo le sirvió de introspección, había una pregunta sencilla y tal vez, cruel vagando por su mente: ¿Por qué no sentía nada por el nacimiento de su hijo? No sentía nada malo, tampoco nada bueno, ni felicidad ni molestia; no sentía nada. Solo quería que esta espera se acabará. Mientras todavía estaba metido en sus pensamientos poco a poco fue consciente del llanto del bebé que estaba presente desde hace un par de momentos.

Ahí estaba, acababa de nacer su hijo.

El heredero de todo su esfuerzo, su última responsabilidad para posicionarse como soberano del reino.

— Majestad — llamó una de las parteras, una mujer baja y regordeta, que se veía cansada — Señor, ha nacido su hijo. Puede pasar a ver a su esposa e hijo, estamos terminando de limpiar y acomodar a la madre y el bebé.

Griffith asintió — Muchas gracias a todos por su esfuerzo — comentó el monarca tratando de disimular el cúmulo de sentimientos y emociones que estaban en su pecho.

La mujer hizo una reverencia bastante feliz por las palabras de su rey — Puedo decir por todos que ha sido un honor traer al mundo a su heredero, majestad. En un momento la sirvientas y doncellas terminarán de limpiar la habitación — dijo la mujer antes de retirarse mientras se llevaba unos cuencos con agua. Griffith observó como el agua de los cuencos se teñía lentamente por la sangre.

𝕷𝖆 𝕻𝖊𝖗𝖑𝖆 || [𝗚𝘂𝘁𝘀 𝘅 𝗚𝗿𝗶𝗳𝗳𝘁𝗵]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora