El primer día.

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Era un nuevo día en el infierno, uno brillante para algunos y un poco más pesimista para otros.

En este último grupo se encontraba el temible demonio radio que no había salido de su estudio desde la tarde anterior y solo fue casi obligado porque un Lucifer sonriente tenía un comunicado, se me olvidaba decir que llevaba una semana en el lugar siempre acechando los pasos de algunos.

-A petición de mi querida Char Char he decidido mudarme en el Hazbin Hotel como unas pequeñas vacaciones para mí, así estaré más cerca de ella y de los amigos de mi hija_ Alastor sabía que lo había mirado de forma pícara todo su ser se había congelado y su cara amenazaba con ponerse roja así que hizo lo único que recordaba, molestarlo.

-Ha ha, espero que el chaparrito no se le ocurra dejar patos de goma por todo el hotel_ soltó una carcajada que a su parecer fue bastante burlona pues todos lo miraron como preguntándose que le había picado por su actitud.

-Alastor..._ murmuró Charlie, deseando con todas sus fuerzas que su padre no lo lastimará, no entendía porque razón se esmeraban en pelear y llamar de tal forma su atención.

Su sorpresa fue grande cuando el soberano se rió también_ No te preocupes Bambi, no seré desordenado con mis pertenencias, si alguien quiere un patito personalizado solo tiene que pedirlo_ respondió dando un chasquido para invocar una maleta_ si me disculpan ire a acomodar mi equipaje_ para nadie pasó desapercibido como le lanzó un beso al de rojo quien solo desapareció en las sombras.

«¿Cómo me dijo?» no sabía si le había molestado hasta que soltó un_ es un descarado...

-Je Je Je. Habrá dos chicos muy malos en el hotel_ se rió Nifty un poco histérica para luego correr tras una cucaracha.

Alastor no bajo a cenar aunque la misma Charlie fue a pedírselo porque le habían hecho una comida de bienvenida al rey, se negó a verla diciendo que se había sentido mal y que no quería convivir con nadie teniendo hacer pasar un mal rato a los demás. Ella no lo notó pero más que nada no quería salir porque su vergüenza era mucha. Nadie que no haya investigado a lucifer sabía que este tenía una afición a los patos, se había delatado de la vez que husmeo y pregunto demasiadas cosas a su hija estando ebria.
Le había parecido ridículo al principio pero luego de escuchar toda la historia sintió hasta cierta empatía de ver que eso era lo que le daba motivos para soñar. De que era la forma de decirle a alguien que le importaba, se sentía celoso de que Charlie y Vaggie presumieran los que les había mandado hace meses.

-Maldito lucifer ¿Porqué no simplemente regresaste a tu palacio?_ gruñó el demonio radio pensando si debía irse a vivir al barrio canibal al menos un tiempo, su sombra se puso frente a el y negó rotundamente_ Es verdad... No puedo simplemente huir se vería más sospechoso_ la masa oscura sonrió satisfecha, más bien emocionada.

A la mañana siguiente su puerta fue tocada por nada más y nada menos que Vaggie.

-Debes bajar a almorzar_ dijo ella sin una pizca de alegría por ir a buscarlo.

-¿Y si me niego?_ preguntó el demonio con una mirada desafiante.

-Te haré un agujero en el pecho_ respondió ella, fue una buena idea haber llevado su lanza. Sinceramente no le agradaba el demonio pero el rey solicito fuera a buscarlo.

El demonio radio se rió_ Bromeaba, me muero de hambre..._ cuando llegó al comedor deseo no haber dicho esto cuando vió a lucifer sentando en la mesa justo frente a su asiento habitual, con una sonrisa que lo hizo tensar la suya.

-Al, ¿Prefieres tu venado o de lo que estamos comiendo?_ pregunto Charlie señalando los panqueques, el de rojo no sabía como pero presentía que el soberano era el responsable todo olía a manzanas y todos llevaban sus respectivos platos con una sonrisa, pues de verdad parecían apetitosos, perfectos pero aún así dijo.

La sombra nunca miente //Appleradio/RadioappleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora