"A sus 19 años, Francisco debería estar apoyando a su banda favorita, yendo a centros comerciales a mirar ropa de la temporada que ha llegado o estar juntando dinero para su graduación de secundaria. Pero no, a sus cortos - O largos - 19 inviernos...
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Camina por los pasillos de su casa con pesadez. Sus ojos aún se cierran por inercia de lo tan temprano que es, aclara su vista mirando hacia el reloj de la pared. Es circular de color rojo y los números son grandes y negros. 6AM, no sabe porque Esteban siempre tenía que levantarse tan temprano y hacer tanto ruido.
— ¿Que buscas? — Pregunta suave y con temor, viendo al alfa caminando por la pequeña cocina.
El contrario parece asustarse. Solo detiene sus pasos y voltea a verlo sobre su hombro.
— Vuelve a la cama, es muy temprano para ti.
— Me has despertado, ya no tengo sueño — Miente ocultando un bostezo detrás de su mano.
El alfa asiente y vuelve a su trabajo, al aparecer, revolver toda la cocina.
— ¿Que buscas Esteban? — Volvió a preguntar el Omega un poco más fuerte.
— ¿Has visto el traste azul, grande?
— Debe de estar en la habitación o en tu mochila de la escuela — Encoge sus hombros hablando con obviedad.
— Bien, desayuna — Apunta a una manzana en la mesa. Es lo único que hay en el bolw de frutas que decora el centro de la mesa.
— ¿Que? — Camina hasta ella y la toma dándole vueltas en sus manos — No me llenare con esto, Esteban.
Esteban lo mira y se la quita, dándole un mordisco.
— Ese no es mi puto problema — Y tras decir aquellas palabras se la devuelve.
"¿Acaso nadie la enseño modales? Su madre, alguien." Francisco piensa. Pero luego recuerda que su madre es alfa también, tal vez fue por eso que fue criado para ser tan bruto.
Francisco mira la manzana roja en sus manos con una gran modida al costado. Suspira mordiendola suavemente sin otra opción. Se siente en la mesa oyendo como Esteban habla con otra persona por teléfono, se oye feliz e incluso cree escucharlo reír. Algo en su pecho se remueve, es un sentimiento caliente y no lo soporta. El está celoso, o no, aún peor su Omega está celoso. Respira rápido mordiendo con rudeza la manzana. Se siente patético en ese momento. Para calmarse acaricia su vientre y sonrie a medias. Esperaba que su cachorro endulzara así sea un poco al alfa. Aunque lo dudaba.
El pelinegro entra de nuevo, ahora a colgado el teléfono y juega por sus dedos, en la mano izquierda tiene ese traste que tanto busco.
— ¿Con quién hablabas?
Mierda. Se dijo así mismo, desearía no haber echo eso. Con nervios por la respuesta que recibiría. — si tiene suerte — juega con el palito que sobresalía de la fruta.
— Fran...Quiero explicarte un par de cosas— Comienza Esteban luego de estar unos segundos en silencio mirándolo fijamente con un tono de voz neutro, se sentó en una silla frente al omega.
