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Capitulo Uno:
Propuesta

Llevaba una hora y media pensando: ¿En que me había equivocado? Oh en si estaba bien oh estaba mal intentar volver a hablar con michael luego de nuestra reciente ruptura oh si probablemente necesitaba tirarme de un puente y esperar que me llevará la corriente hacia una máquina del tiempo que me permitiría viajar atrás e impedirme a mi mismo el conocerlo.

Hacia ya unos días que no salía de mi habitación, ni siquiera para comer algo, únicamente salía para ir al baño y volver a mi cuarto a esperar que el día pasará hasta anochecer y poder dormir sin culpa.

Mis amigos me escribían pero yo no planeaba contestarles, sabía que intentarían sacarme de mi hogar y ahora en este momento eso no era lo que necesitaba.

Papá solía intentar venir a darme un sermón que solo tenía como único objetivo hacerme volver a trabajar en la cafetería de mierda que teníamos.

Me sentía jodido.

La ansiedad me estaba matando y era tan evidente pues mis manos estaban llenas de marcas mientras que mi rostro tenía varios rasguños, aunque algunos no tan evidentes.
Mi cabello lucía cada vez más desarreglado por los constantes tirones de pelo que me proporcionaba, y ni hablar de mis labios, los cuales en ocasiones dejaba tan carcomidos que solían ponerse morados.

Sentía que estaba a nada de entrar en una crisis que me llevaría a suicidarme, pero era tan marica como para tan siquiera intentarlo.

— Tweek, amor. Tu padre dice que cenes con nosotros, pidió pizza y te preparo algo de café. - hablo mi madre al otro lado de la puerta mientras que yo por mi parte, me quitaba uno de mis audífonos para poder oírla mejor.

— No tengo apetito, cenaré más tarde. - mentí, me estaba cagando de hambre pero no quería bajar, tal vez era flojera oh el hecho de que estaba pasando por el bloque depresivo más grande de mi vida, pero realmente deseaba que ella sintiera compasión y me trajera unas cuantas rebanadas a mi cuarto.

— Vamos, solo cena con nosotros y no te molestaremos más.

— No quiero, gracias.

— Tweek Tweak, Baja ahora.

Rodeé los ojos, agradecía que ella no pudiera verme pues sabía que le fastidiaba esa acción tan mía que inevitablemente hacia cada que algo me disgustaba.

Sabía que dependería de mi si quería morir por hambre oh no.

Con las pocas fuerzas que me quedaban, me saque el otro audífono que tenía en el oído, me coloque mis pantunflas y me acerque a la puerta con paso lento para luego abrir el picaporte de la misma y abrir.

Luego de varios dias privadome de el exterior finalmente vi su rostro otra vez.

Su mirada. Su mirada estaba preocupada, tenía de esas expresiones que de tan solo verlas te hacen querer llorar.
Estaba con aquel plato con un par de rebanadas de pizza y una taza pequeña con algo de café.

Iba a ceder de todas formas a alimentarme incluso si yo me negaba, después de todo era mi mamá. Y yo un pésimo hijo que permitía que ella se preocupara así.

— Deberias ducharte, te vez muy mal. - me dijo con la voz entre cortada mientras me analizaba de pies a cabeza - se que esto es un momento muy difícil para ti hijo, pero quiero que sepas que te estamos apoyando tanto como podemos, por favor, cena por hoy con nosotros, ¿Si?

— Lo haré, mamá. - tenía un nudo en la garganta. Jamás había visto a mi madre así, parecía incluso hasta vulnerable, me sentía como un jodido egoísta.

Luego de examinarme por un rato, mi progenitora termino bajando esperando que le siguiera el paso, sin embargo, yo me quedé un rato más aún inmóvil antes de poder bajar con ellos.

Al llegar al comedor papá me miró como su típica mirada relajada que en ocasiones me ponía de nervios.

Sin esfuerzo alguno abrí la silla con suavidad para poder tomar asiento en ella y luego acercarme más a la mesa.

Mi madre coloco mi taza y mi plato de comida frente a mi y antes de siquiera dar el primer bocado, mi padre hablo.

— Sabes, escuché por ahí que hay terapias en grupo en el hospital local, creo que te haría bien lr un par de veces hasta que te sientas mejor y puedas volver a trabajar conmigo.

— Gracias papá, que amable. -dije con sarcasmo mirándole tan antipático como pude frunciendo suavemente el seño.

— Tu padre tiene razón, ya hemos hablado el y yo sobre esto, no queremos que te encierres necesitas apoyo y que mejor si lo obtienes al lado de más chicos de tu edad.

— Aunque estando en la cafetería eso aceleraría el proceso. - mamá le dio un suave golpe con su codo a mi padre haciendo que esté volviera a concentrarse en su comida.

— No estoy seguro, no quiero pasar mis vacaciones con un montón de desconocidos que puedan saber de mis problemas. - expliqué.

— Yo no quiero que las pases encerrado en tu habitación guardandotelos. Por favor, intenta asistir solo una vez, si no te agrada lo dejaremos y buscaremos otra opción más factible para ti, pero no quiero verte deprimido.

— Mamá, estoy haciendo lo que puedo, pero entiende que esto es muy difícil para mí también.

— Tweek, solo dale una oportunidad, ¿Si?

Medite por unos segundos mientras que el silencio inundaba toda la habitación, a excepción de el sonido de la boca de mi papá sorbiendo su café.

— Está bien, pero... Solo no te prometo nada.

Pude mirar la expresión de mi progenitora.
Me había regalado una sonrisa mientras tomaba mi mano sobre la mesa y la acariciaba suavemente con su dedo pulgar.

De pronto la idea de estar siendo un mal hijo había desaparecido por tan solo un segundo.

Esperaba dar todo de mi para desaparecer esa sensación por el resto de mi vida

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⏰ Última actualización: Oct 13 ⏰

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Brillo Mío | Creek ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora