T, la artista.

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Cuando T se despertó una mañana después de un sueño avaro, se encontró sobre su lecho medio convertida en un producto.Al visualizar las ventanas, solo podía escuchar el murmullo de personas entrometidas que querían aprovechar un desliz para poder tomarle una foto.Estaba cansada, debía olvidar los disparates y echarse nuevamente a dormir.Sin embargo, no pudo, los murmullos se hicieron más altos.—¿Qué me ha pasado? —se dijo a sí misma T—Al irme a dormir era yo una persona.Miró hacia la ventana nuevamente y suspiró, aquella atención la ponía nerviosa. —¡Dios mío!, ¡Que profesión tan dura he elegido! —pensó T—Esto de tener que vender y vender obligadamente, estar expuesta todo el tiempo al juicio de otros, no poder ir a ningún sitio sin que me analicen, me molesten o me critiquen. Que mi persona esté siempre en posible riesgo y que ninguna relación humana sea privada o tan real. Que se vaya todo a la m...Quiso levantarse, pero una caja registradora le apretaba el estómago. Desde afuera escuchó a alguien tocar la puerta, su contador le dijo:—T, ¿no tenías reunión a las 08:00?La voz no le salía muy bien debido a su entrecortada respiración, la caja registradora no solo estaba sobre su estómago y era pesada, estaba pegada con una extraña sustancia adherida a su cuerpo. Aun así, intentó su mejor esfuerzo por no sonar fuera de lo común.—Ya me estoy vistiendo, gracias. Su contador no debió sospechar nada raro porque T pudo escuchar las pisadas de vuelta por el pasillo de su corredor. Sumida nuevamente en reflexiones pensó que estaba quejándose de llena. Si, era una vida que tenía sus desperfectos, pero al menos no vivía debajo de un puente. Solo tenía que vender, sin importar nada, sacrificándolo todo, ¿valía la pena? Incluso debía sacrificarse a sí misma a veces, permitiendo que los demás la redujeran a una serie de cosas. De persona a producto, de artista a artículo. Pese a todo era rica y hacía lo que se le antojara, sin embargo, ¿por qué a veces se sentía tan mal? Al pasar las semanas, meses y finalmente un año completo dejó, de modo gradual, de ser ella misma, multiplicándose en el medio las ventas. Sus representantes, clientes, abogados, marketing, contadores y demás equipo estaban fascinados con el cambio. Al culminar el día, volvía a la que antes era su habitación, mas ahora se había convertido en su empaque. La transformación se había completado, no comía, no dormía, no meditaba, no reía, no se enojaba, no lloraba... solo se vendía. T se volvió un producto.

MetamorfosisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora