𝙲𝚎𝚕𝚎𝚜𝚝𝚒𝚊𝚕 𝙿𝚛𝚎𝚢

143 16 1
                                        


Para Yoongi, los seres humanos jamás habían sido atractivos, ni mucho menos de su total agrado; sus acciones y actos dejaban mucho que desear. Pero cuando ese chico pelirrubio cruzó en su camino, todos sus ideales y pensamientos se fueron a la mierda. Nunca en sus miles de años de vida había conocido a un ser humano tan radiante y divino. Tenía que tener algún pasado como deidad o haber sido el hijo perdido de Afrodita, pero algo en él le resultaba familiar, porque la belleza que poseía era inigualable.

Inevitablemente, sus ojos siguieron el caminar del chico. Quien fuera la persona que lo seguía, sentía lástima por él. Por lo poco que había alcanzado a ver y escuchar, sabía que esos golpes que portaba en cara y cuerpo fueron propiciados por el "pequeño ángel", como él lo había apodado aún sin conocer su verdadero nombre.

Siguió el caminar de ambos chicos, dispuesto a saltar en defensa del pequeño ángel si este se encontraba en peligro. Pero tal parecía que era el chico más alto quien debía temer por su vida. De un momento a otro, sus ojos captaron cómo su pequeño ángel golpeaba al contrario en el torso para después propiciarle un golpe en la cara y los bajos en defensa ante la insistencia y ofensas del contrario. Pero en cuanto el chico rubio dio la vuelta para alejarse, fue jalado hacia atrás con fuerza y coraje haciéndolo caer al piso. Su primer instinto fue levantarse, pero en un pequeño descuido recibió una patada en las costillas. Justo cuando estaba recuperando su postura, una fría ventisca se coló por entre los oscuros callejones. De entre las sombras emergió una figura imponente: un hombre alto con una cicatriz prominente en su ojo izquierdo, su presencia emanaba una energía inquietante. Era Agust, y su semblante reflejaba una mezcla maníaca de diversión y peligro, con una sonrisa burlona que prometía caos y destrucción.

—Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? Un cobarde que no sabe luchar cara a cara —dijo Agust en un tono burlón.

—¡¿Cobarde?! ¡Has visto los golpes que me ha dado este estúpido! —exclamó Mino con rabia y resentimiento, mirando con desdén a Jimin, quien no bajaba la guardia.

—Estúpido, tus narices. Me has golpeado por la espalda y eso jamás te lo voy a perdonar —dijo Jimin, saltando en busca de saciar su coraje y sed de venganza.

Odiaba los golpes por la espalda y ese idiota se había atrevido a hacerlo. Pero antes de que sus puños y golpes lograran tocar al muy asustado Mino, un par de brazos fuertes envolvieron su cintura y lo levantaron sin esfuerzo alguno para posarlo de nuevo en su lugar. Inmediatamente se alertó por el agarre y la facilidad con la que lo habían levantado, y volteó de inmediato. Ese tipo lo sostenía sin ninguna dificultad, su mirada era oscura y sombría como la noche. Una sonrisa burlona apareció en el rostro del chico rubio, quien inmediatamente se defendió:

—¿Qué, ahora van a ser ustedes dos contra mí, malditos idiotas? —gritó con enojo, intentando soltarse del agarre del contrario.

—Querido, eres demasiado hermoso y pequeño para toda esa ira que contiene tu cuerpo —dijo Agust con una pequeña risa. —Solo pasaba por aquí y escuché los gritos. He visto todo desde el principio, niño, no estoy de su lado.

El forcejeo fue disminuyendo poco a poco, pero parecía que esa noche Lee Mino deseaba morir, porque en cuanto tuvo oportunidad se lanzó contra ambos chicos. Su camino fue detenido por otro hombre que salió de entre las sombras y, sin problema alguno, lo tumbó con un golpe en la barbilla. Al mismo tiempo, al caer, le dio una patada en las costillas, similar a la que él le había dado al chico rubio.

—No, no estás viendo doble, humano repugnante. Solo que dos de nosotros pasábamos por aquí y nos dimos cuenta de tus asquerosas intenciones —dijo Yoongi con desdén, mientras limpiaba sus nudillos con despreocupación.

Usar su fuerza sobrehumana jamás había sido un hábito que él practicara, a diferencia de Agust, pero había tipos como este que no merecían un golpe humano, lo sabía.

—"Vaya hermanito, tal parece que nuestro rumbo fue fijado esta noche", dijo Agust, aún con ambos brazos en la cintura del pelirrubio.

Agust, suelta al niño o terminará golpeado... Sus palabras no fueron terminadas de decir cuando el chico rubio le soltó un codazo a Agust, quien inmediatamente perdió el aire y se abrazó a sí mismo por la falta de aire y dolor.

—"¿Quién demonios son ustedes dos y por qué están aquí?", soltó Jimin aún con desconfianza. Él sabía que el golpe que Mino había recibido no había sido humano; la forma en que su quijada pareció desencajarse de su lugar y su costilla rota no eran de un golpe natural y normal. Con miedo, miraba a ambos hombres, muy parecidos pero a la vez distintos; el aura que emanaban era peligrosa. Él sabía que esos dos tipos no eran del todo humanos; algo en sus sentidos se lo hacía saber.

—"Precisamente demonios es lo que somos, querido", soltó Agust con una pequeña risa, mientras que Yoongi observaba con una mirada oscura y penetrante al menor. Su rostro le resultaba familiar; para alguien como Yoongi, recordar rostros era algo muy singular, ya que solo recordaba rostros de deidades de suma importancia y la de su hermano, claro está.

Observando con su fría mirada, de un momento a otro tomó el mentón del menor entre sus manos, observándolo con detenimiento mientras caminaba a su alrededor.

—"¿Quién eres?", soltó Yoongi con gran duda y sentimiento. "¿Por qué tu rostro me resulta familiar?", siguió cuestionando. Agust conocía la importancia de las dudas de su hermano y el significado que había detrás de ellas. Inmediatamente se incorporó y preguntó:

—"¿Cómo es que su rostro te parece familiar, Yoongi? Es imposible haberlo visto antes".

—"Algo en él, Agust. Algo en estos ojos me hace sentir algo familiar", respondió el contrario.

Yoongi, Agust...

—"¿Cuál es tu nombre, pequeño ángel?", preguntó Yoongi. Y sin más, recibió su respuesta: Park Jimin.

Park Jimin, Yoongi, Agust...

Un torbellino de emociones y sensaciones invadió el cuerpo de los tres presentes en ese oscuro lugar.

𝘋𝘪𝘷𝘪𝘯𝘦 𝘋𝘢𝘳𝘬𝘯𝘦𝘴𝘴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora