Desastre

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Fuera llovía, pero nada era capaz de compararse con la tormenta que se desataba en su interior. Las ráfagas de viento la recorrían de los pies a la cabeza, amenazando con hacer estallar ciertos órganos. La lluvia era tan intensa que sentía que se ahogaba. Los rayos iluminaban su oscuridad por momentos, provocando aún más caos. No podía más, ya no. Se cansó de dejarse ir a pedazos y se entregó completa al dolor. Buscaba desesperadamente un refugio, pero nunca lo encontró. La tempestad cesó, excepto la lluvia y lejos de salir el Sol o un bonito arcoiris quedó a la vista el desastre, estaba rota. Necesitaba recomponerse pero no tenía fuerzas suficientes y lo dejó ser, decidió caminar por el mundo con cicatrices y sin miedos, tomándose su propio tiempo para sanar, volver a brillar y resurgir de las cenizas como un fénix.

Pensamientos de un alma rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora