Capitulo 00: Prólogo

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Abrí los ojos lentamente, como si cada pestaña pesara una tonelada. Aunque estaba completamente tapado por capas y capas de cobijas, el frío se aferraba a mi piel como un imán implacable. Extendí mi brazo, buscando el cálido consuelo del cuerpo de mi hermana. No malinterpreten la situación; ella es solo una niña de diez años que suele refugiarse en mi cama cuando las pesadillas la atormentan. La noche anterior había sido una de esas en las que su mente jugaba con sus miedos más oscuros.

Pero al estirar mi brazo, solo encontré el colchón levemente hundido y frío. Mi hermana ya se había levantado, seguramente para ir al colegio. Su jornada comenzaba temprano, a las 7:30 AM. Suspiré, deseando poder quedarme más tiempo bajo las mantas. Sabía que ella no quería soltarme, y yo tampoco tenía intenciones de abandonar ese refugio cálido. Sin embargo, la maldita universidad me tenía atrapado por el cuello. Debía salvar el semestre, aunque eso significara sacrificar mis horas de sueño.

-Supongo que esto es el verdadero "Recupera medio año en una semana" -murmuré, mientras me levantaba y enfrentaba el día con una mezcla de determinación y resignación.

-Por fin despiertas, vago. ¿Tienes idea de qué hora es, chaval? -Le lancé una mirada aburrida al marco de la puerta.

Mi padre, por razones desconocidas, seguía merodeando por los pasillos de la casa. Me había gritado tan temprano que sentí la necesidad de levantarme de inmediato, ya fuera para ignorarlo por completo o para murmurar algo como 'Está bien' o 'Hmm'. El tipo iba y venía junto a la puerta mientras continuaba gritando desde la distancia.

-¡Son las 8:55! ¡Hoy tienes un examen!

Yo simplemente lo ignoré.
-Espera... ¿Qué dijiste?
-Son las nueve de la mañana, chaval. ¡Mejor empiezas a preparar tus cosas!.....
-Tú sabes muy bien que no voy a pagar otro examen, y mucho menos la convalidación de una materia básica.

Estaba en un aprieto. No había forma de llegar al examen a tiempo. La universidad estaba a una hora de mi casa, ¡y el examen comenzaba en treinta minutos!

Como un correcaminos con esteroides, revolví mi armario, arrojando ropa a diestra y siniestra. En mi prisa frenética, agarré lo que parecía medio decente a mis ojos somnolientos.

...

...

Me veía como un vagabundo.

Pero vestirme para la universidad no importaba; no me ayudaría en el examen. Bueno, tal vez me ayudara a llegar a tiempo.

-Maldito viejo... ¿Por qué no me despertaste? -Le recriminé, masticando un sándwich. Estaba tan apurado que ni siquiera me senté a disfrutar el desayuno.
-Eso ya no es mi responsabilidad. Tienes que actuar como el adulto responsable que eres ahora... aunque yo siga siendo el idiota que sigue pagando, -murmuró, sacándome una risa. En el fondo, sabía que detrás de su exterior rudo, nos quería a mi hermana y a mí.
-Claro, claro, lo que digas, viejo. Entonces, ¿me prestas el auto? Supongo que sí.

No le di tiempo para responder y ya estaba aferrándome a las llaves del coche que colgaban del llavero.

Mi padre pareció quedarse sin palabras, así que aprovechando su estado de shock, me escapé rápidamente por la puerta principal. Como un hombre que acaba de enterarse de que será padre, arranqué el auto y conduje a toda velocidad por la carretera.

Si seguía a este ritmo, muy posiblemente llegaría a tiempo. Solo tendría un par de problemas en el viaducto que debía tomar. Una ruta que no podía cambiar, pues era la única que me llevaba al destino, pero que, a cambio, siempre estaba atestada de autos y motocicletas.

El sonido del teléfono me sacó de mi ensimismamiento. Lo agarré con torpeza, llevándolo a mi oído.

-¿Hola? -dije, tratando de ocultar el desconcierto en mi voz.
-¡¿Pedazo de tarado, dónde estás?! -La voz de Ivernizzi retumbó en mi cráneo. El auricular vibraba contra mi oreja.
-¡El examen esta a minutos de comenzar!

Mushoku Tensei: Tuatha Dé DanannDonde viven las historias. Descúbrelo ahora