Prólogo

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Se arrastraba como si de perro se tratase

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Se arrastraba como si de perro se tratase. Maldecia de todas las maneras posibles a aquellos que intentaban arrebatarle la vida, luchando como los mortales que eran. A lo lejos, la obvservo, una pequeña recién nacida en una canasta hecha de paja. Su madre la dejo descuidada en la puerta, dándole la oportunidad a cualquier loco de que hiciera algo con la bebé.

Y el era ese loco.

Con sus últimos esfuerzos, mientras el sol lo consumía poco a poco, acerco su mano a la pequeña criatura para luego derramar aquel líquido rojo sobre su boca y que ella la tomara. La pequeña, al no estar acostumbrada al sabor, empezó a derramar lágrimas que caían en cascadas por sus mejillas y, en cuando el vio que empezaba a ser un poco intolerable al sol, sonrió para si mismo.

Su amo le había encomendado la importante tarea de tener el una pequeña porción de su ser por si algo salía mal y el había sabido usarla

Con sus últimas fuerza, vio hacia arriba y una sonrisa maliciosa se asomó por su rostro blanquecino cubierto de manchas negras por las quemaduras.

── Su descendencia seguirá con su legado, mi señor.

Entonces, el sol término por consumirlo.

── Apurate, o llegara tarde a la Academia ──Le decía aquella mujer

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── Apurate, o llegara tarde a la Academia ──Le decía aquella mujer.

Recorrió con la mirada su figura y sonrió antes de asentir levemente, causando que la mujer le devolviera la sonrisa y se retirara de sus aposentos.

Soltó un suspiro al estar en soledad y terminó de levantarse de su cama con ojos somnolientos. Le costaba mucho levantarse exactamente a la seis de la tarde. Tomó su calentador negro y se lo colocó debajo de su pantalón negro antes de terminar por colocarse su camisa y un abrigo de lana también negro. Acomodo su cabello negro (que estaba totalmente alborotado) atrás de sus orejas mientras se fijaba en que su aspecto fuera presentable para sus tutores.

Siempre le había parecido muy tétrico su hogar. Sus pasos resonaban por el pasillo iluminado mientras que su respiración era tan nerviosa, que podría decirse que hasta pareciera que tenía miedo de algo. Entonces, fijo su mirada en aquel cuadro y se le erizo la piel. Aquel cuadro con su progenitor a su lado le acusaba escalofríos. Aquellos ojos azules, muy profundos, junto a su cabello negro. Mientras que el, a su lado, tenía una sonrisa radianteientras mostraba muy alegre sus dos extraños ojos aunque, como siempre, estos estaban cubiertos.

𝐃𝐄𝐒𝐂𝐄𝐍𝐃𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora