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Habían pasado solo unas horas desde la conversación entre Loyd y Amelia

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Habían pasado solo unas horas desde la conversación entre Loyd y Amelia. Aún era de día, y la luz del sol se filtraba a través de las ventanas de la habitación donde la mujer se encontraba descansando junto a su hijo, Asterion. La albina, con su cabello blanco como la nieve y ojos grises como la niebla, acariciaba suavemente el cabello del pequeño, que la miraba con sus ojos azules llenos de curiosidad. El pequeño, también albino, con ojos de un azul profundo, escuchaba atentamente mientras su madre le narraba historias de su vida pasada.

- ¿Sabes, Asterion? - comenzó Amelia con una sonrisa nostálgica - Tuve una infancia muy feliz. Mis padres siempre fueron muy amorosos. Solían llevarme a bailar cuando cumplí la mayoría de edad. Recuerdo especialmente una noche... Los salones estaban decorados con cintas doradas y flores frescas, y las luces de los candelabros reflejaban un brillo mágico en las paredes.

Asterion, con su carita curiosa, preguntó:

- ¿Y conociste al señor en una de esas fiestas, mami?

Amelia asintió suavemente, sus ojos grises se iluminaron al recordar. 

- Sí, fue en una de esas fiestas. La decoración era magnífica y todo parecía mágico bajo las luces doradas. Recuerdo que la noche estaba clara, y las estrellas brillaban intensamente en el cielo, había decidido salir al jardín para escapar un poco del bullicio. Quería disfrutar de un momento de paz y admirar las flores bajo la luz de la luna, pensé que encontraría esa tranquilidad en el jardín, así que me dirigí hacia la fuente. 

Amelia hizo una pausa, sonriendo ante el recuerdo. 

- Justo cuando estaba por llegar, casi resbalé. Pero entonces, apareció Loyd. Había escuchado mucho sobre él, algunos decían que era un joven serio, siempre con un aire distante. Pero esa noche, fue diferente. Llegó en el momento justo y me atrapó por la cintura antes de que cayera.

- ¿Y qué pasó entonces? - preguntó Asterion, con los ojos muy abiertos.

- Me miró con una expresión que no había visto en él antes. Era una mirada tranquila, y por un momento, incluso me dedicó una sutil sonrisa. Comenzamos a caminar por el jardín y, mientras hablábamos, sentí que había algo especial en él. La música del baile nos alcanzó mientras paseábamos, y fue Loyd quien tomó la iniciativa. Me extendió la mano y, con una sonrisa, dijo:

- ¿Bailamos?

- ¿Y aceptaste? - pregunto con ansias

- Acepté, él tomó mi mano. Y bajo el cielo estrellado, con la luna como nuestra única testigo, compartimos un hermoso baile que nunca olvidaré. Fue como si el tiempo se detuviera para nosotros dos. 

- ¿Y te gustó bailar con él? - preguntó Asterion, con los ojos brillando de emoción.

- Sí, fue maravilloso. Loyd tenía una forma especial de hacerme sentir cómoda y segura. Aunque siempre había sido serio, esa noche mostró un lado más amable y gentil. Me sorprendió, y me di cuenta de que había algo más en él de lo que aparentaba.

El primer amor del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora