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—¿Quieres que vuelva a trabajar para ti?—la incredulidad era tan profunda que pensó que seguía soñando.

—Nos conocemos desde hace mucho, fuiste un gran colega y ayudaste a Sebastián en su tiempo. Conoces el ruedo.

—Eso fue hace años, sabes que llevo mucho tiempo sin pisar un circuito. Es más, no sé cómo conseguiste mi número.

—Primero, porque tú lo decidiste. Segundo, yo puedo conseguir lo que quiera. Lo sabes.—del otro lado escuchaba las respiraciones calmadas y el ruido de documentos ser movidos de lugar.—Por favor.

—No puedo y sabes muy bien porqué.

—Eso quedó en el pasado, por el amor de Dios. —La línea se quedó en silencio, dejándolo con esa sensación pesada en la cabeza, martillándolo una y otra vez. Aquel recuerdo amargo volvió a su mente, como un claro recordatorio del acontecimiento que arruinó su carrera y lo llevó al estado en el que estaba: en una cama desastrosa y en general, una vida destruida por su propia mano. —Tienes que meterte en la cabeza que has sido absuelto. Tú no pudiste prescindir que algo como eso pasaría. Nadie pudo.

Aquellas palabras se sintieron como un intento inútil para hacerlo sentir mejor, su mente chocó en un duro pavimento imaginario mientras volvía a escuchar, como hace mucho tiempo no hacía, las mismas palabras. Condolencias y excusas, era una mierda.

Una ola de pinchazos pasaron por su cabeza, haciendo tragarse una maldición. Tanto le había costado deshacerse de aquel tintineo para poder dormir pero ahora volvía, empezando a hacerse más fuerte en cuanto más hablaba.

—No lo sé, Christian. Estoy muy oxidado. Marussia fue el último equipo en el cual trabajaría... no creo que sea lo mejor.—tamborileó sus dedos sobre su nuca, mirando por la ventana las olas negras chocando contra la arena de la playa.

—Piénsalo, tenemos dos semanas para la carrera en Francia. Necesitamos a un ingeniero urgente.

Inhaló y exhaló profundamente, tanto para intentar relajarse y hacer que el dolor disminuyera y también queriendo que el otro se diera cuenta de su exasperación. ¿Qué no podía entender que no quería volver a trabajar en aquel sitio? Christian le sacaría más canas de las que ya tenía.

Pero ahora que lo pensaba, no le explicó nada del trasfondo de su necesidad por un nuevo ingeniero. Usualmente cuando despedían a alguien en esa posición es porque la habían cagado en algo. Tampoco estaba lo suficientemente interesado como para buscarlo por sí mismo.

—Christian, antes que nada, ¿qué pasó con el otro ingeniero? —el ruido del otro lado de la línea se detuvo por unos segundos, dejándolo extrañado.—¿qué hizo para que fuera despedido?

—Gianpiero...

—¿Lambiase? —Christian soltó un sonido en asentimiento.— ¿Desde cuando él está en Red Bull? —empezó a rascarse la nuca al decir el nombre de aquel equipo. Eran dos palabras que jamás pensó que volvería a pronunciar.

—Dios mío, ¿qué tan apartado estás de la civilización para no enterarte? Llevaba desde el 2015 con nosotros, hizo de ingeniero para Kvyat y lo hizo un tiempo para nuestra estrella más no dio la talla.

—Ajá, de acuerdo. ¿Por qué no lo quieren más ahí? —insistió, queriendo información. Ahora que sabía que era Gianpiero al que se "supone" que iba a remplazar. El hombre fue un colega con el que se llevó relativamente bien durante su carrera por lo que más ganas tenía de conocer que había hecho para ser despedido.

—Solo, no llenó las... expectativas impuestas.

—¿Entonces cómo carajos lo mantuviste por tanto tiempo? —si aún siguiera trabajando para él, ni en su vida se habría atrevido a hablarle así pero ¿qué más daba? El imbecil se atrevió a conseguir su número y llamarle literalmente en medio de la noche, no estaba de humor para esas idioteces. Comenzó a rascarse más fuerte.

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