And I naturally fled

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Parpadeó varias veces, incrédulo.

¿Estaba soñando o acaso esto de verdad estaba pasando?

Frente suyo se encontraba...

—¿Lucifer? —el asombro y confusión en su voz era notorio, puesto que aquel que estaba frente a él era tan parecido a ese ángel caído pero...

Era diferente.

Este rubio vestía sus ropas angelicales y era acompañado por una mirada de inocencia. Tal y como cuando lo conoció hace tantos eones. Antes de que el suceso de la fruta del conocimiento ocurriera.

Estaba perturbado por demás.

—¿Lucifer? —repitió el rubio, confuso—. Oh Adam, no seas tan olvidadizo. ¡Soy Luzbel! —exclamó con alegría, colocándose las manos en la cintura y sonriendo.

Adam siguió sin poder creerlo, a tal punto en el que se dió una bofetada a sí mismo para comprobar que no estaba soñando.

Y en efecto, no lo hacía.

Pero se seguía sintiendo tan surreal.

Un momento, ¿Acaso había viajado al pasado cómo en esas películas de bajo presupuesto? Y si es así...

Se estremeció de pies a cabeza cuando un preocupado Lucifer había hecho uso de sus alas para quedar a la altura de su rostro y tomar su mejilla para sobarla. El frío de las pequeñas manos del serafín eran, sin duda alguna, paralizante y a la vez tan tranquilizante.

—¿¡Por qué hiciste eso!? —alterado preguntó—. ¡Lastimarte a ti mismo no es apropiado! Eso no- ¡No se debe hacer! —regañó con los nervios de punta, mas el castaño solo podía estar quieto, congelado, mirándolo fijamente con esos ojos dorados.

Sus alas doradas se esponjaron al percatarse de lo muy cerca que estaba su rostro con el del serafín, que hablaba y decía las muchas razones por las que no debía golpearse a sí mismo pero él solo podía estar callado, sin siquiera prestarle atención a lo que decía, concentrado en el brillo de sus ojos azules y lo sedoso de su bello cabello rubio, en sus suaves mejillas y la manera en la que sus labios tan pálidos se movían al hablar...

No.

Se reprendió mentalmente y, en un repentino arranque de emociones, apartó al rubio, alterado.

Ambos se vieron fijamente entre una bruma de confusos sentimientos.

—¿A-Adam? ¿Pasa algo? ¿Hice... Algo para incomodarte? —exaltado, el serafín trató de acercarse pero él solo atinó a retroceder, jadeante y con la mente hecha un lío.

—¡No te me putas acerques! —exclamó Adam, viendo que Luzbel lentamente iba deformando su sonrisa en una mueca dolida y extrañada.

Oh no.

—¿Por...Qué? —arrastró las palabras con pesar, bajando hasta el suelo y quitarse el sombrero, apretando los bordes de este con nerviosismo—. Yo solo... Solo quiero ayudarte.

"No te dejes engañar."

—¿Ayudarme? —casi burlón repitió, sonriendo con incredulidad—. Yo nunca pediría tu jodida ayuda porque más que ayuda solo lo empeorarías, Lucifer.

Auch.

Una fibra sensible fue tocada, cosa que se reflejó en el rostro de facciones angelicales del serafín, que abrió los ojos al tope por el terrible deja vú que le provocaron esas palabras. No era sorpresa que en cierta manera ya estuviera acostumbrado a esos comentarios pero seguía...

Doliendo.

Pero al primer hombre no le pareció importar. Ya estaba acostumbrado a tratar de manera condescendiente a los demás como para siquiera tener mínima empatía por alguien que no fuese él.

HEAVEN KNOWS I'M MISERABLE NOW【 𝗔𝗱𝗮𝗺𝘀𝗔𝗽𝗽𝗹𝗲 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora