-¡Hogar, dulce hogar!-exclamó Layla una vez que entraron al hotel en el que habían ido a parar.
Tras 4 días en barco, su hermana había querido descansar para luego preparar lo que sería su performance del concurso, mientras que Liam solo quería salir para investigar la zona.
En las afueras de Ciudad Mayólica se encontraban varios pokémon, el desierto de la Ruta 4 albergaba ejemplares raros y el entusiasta entrenador quería ir a revisar que clase de encuentros podría tener.
-¡Mocoso, ya te dije por enésima vez que este lugar está prohibido!-parecía reiterar una voz con un tono alto.
-¡Y yo ya te dije once veces que no me importa que esté cerrado!-respondió otra que parecía haber contado las veces que iteró.
-Ammm... ¿Puedo saber que sucede aquí?-preguntó Liam llamando la atención de la mujer rubia que discutía con el joven peli azul.
-¿Y tú quién eres?-Dijo la voz de un tipo detrás del joven.
-Oh nadie, simplemente me da curiosidad el asunto que traen entre manos.
Liam se fijó en las prendas que estas personas llevaban, mientras que la mujer llevaba un vestido negro los tres hombres vestían unas túnicas que cubrían sus cuerpos, probablemente por el viento y la arena que azotaba en el desierto.
-¡¿Que nunca te enseñaron a no meterte en los asuntos de los demás?!-dijo el joven peli azul con una voz que indicaba que se estaba cansando de la presencia de Liam. Empezó a sacar una pokeball de su túnica dejando un poco a ver una ropa que le resultaba familiar a él.
Liam se sorprendió cuando un destello azul hizo que un Pokemon saliera de la Pokeball del muchacho, un Snivy, si mal no recordaba.
-Vas a ver lo que te ocurre cuando te metes en lo que no te incumbe.
-Viejo, yo no diría algo así si fuera tú, ¿Sabes?-Liam reveló a Quilava de la pokeball que envió a batallar. Ella vió a su contrincante de manera seria y retadora.
-¡Snivy, ciclón de hojas!-Ordenó el peliazul a su pokemón. El inicial de Tipo Planta saltó hacía adelante e invocó un vendaval de hojas que giraron alrededor de su cola con la que golpeó en la cabeza a Quilava.
El movimiento parecía haber afectado al Quilava del muchacho, según cómo lo veía la mujer, pero grata y poca fue su sorpresa al ver que el joven sonreía. Con un solo alzamiento de su mano la cabeza de Quilava comenzó a arder en llamas, las hojas del ciclón se consumieron y le propinaron varias quemaduras al pokémon rival.
-Snivy, te encuentras--Snivy se incorporó antes de que el misterioso muchacho terminara su oración, en sus ojos se veía determinación por continuar luchando
-Reconozco que eres valiente, pequeño-Le dijo nuestro protagonista pelirrojo a su contrincante-pero recomiendo que se rindan de una vez, no me gustaría que esto pasara a mayores- como respuesta, recibió por parte del peliazul una mueca de enojo e impotencia.
-Esto no debe pasar a mayores, solamente quiero pasar, entrometido-respondió el chico calmando el frenesí de su pokémon debido al transcurso del combate.
-¿Crees que puedes hablarme así porque tienes a tus guardaespaldas?-se burló con un tono de enojo Liam-Las indicaciones son claras; no puedes pasar por aquí. Te largas tú o te largamos nosotros-Quilava asintió con un pequeño gruñido.
-¡Nosotros somos más que "sus guardaespaldas", ignorante!-exclamó ofendido uno de los lacayos atrás del peliazul-¡Podríamos derrotarte en un combate cuando, donde y como quieras!
-¡Pues que sea ahora, aquí y contra los tres!
-¿Dices que puedes derrotarnos a nosotros tres por ti mismo?-se burló el lacayo sacando una pokeball entre risas. un Onix hizo presencia en plena batalla y un Golbat le hizo compañía.
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La Travesía del Maestro
Science FictionSu sueño es ser el más grande entrenador y, para conseguirlo, logrará exprimir el potencial de todos los pokémon habidos y por haber en un gran viaje por el Mundo Pokémon