Era el primer día de la estación favorita de muchos: la primavera. A mí me encantaba ver los árboles florecer y hacer deportes al exterior. Nada me entusiasmaba más que salir de aquella casa en la que mis once hermanas y yo vivíamos. Todas teníamos poderes, aunque no todas los disfrutaban
Me levanté con una sonrisa en el rostro al ver el rayo de sol entrar por la ventana. Que el invierno se fuera normalmente me alegraba, pero últimamente tenía muchas cosas en las que pensar. Comencé a hacer ejercicio. Tenía un gimnasio completo dentro de mi habitación. Un par de abdominales y sentadillas. Y por un par, me refiero a más de 200. Mi poder era ser buena en cualquier deporte. Y no sólo buena, yo era la mejor. En todo. Siempre.
Tuve que parar cuando oí el torbellino de pasos de mis hermanas bajando a desayunar. Mi estomago empezó a rugir, asique fui con ellas y me tomé un batido de proteínas, junto con un poco de avena y frutas. Justine y Julie me saludaron felices, las demás parecían más concentradas en sus comidas. Todas estaban allí menos Jemma, que cocinaba su propio desayuno en su cuarto.
Entonces apareció mi padre John. Un silencio incómodo se apoderó de la habitación. Las voces de mis hermanas no se volvieron susurros, sino una completa ausencia. La mesa larga en la que estábamos sentados ahora parecía pequeña. Yo estaba en una punta, él en la otra, pero podía sentir cómo su mirada se clavaba en mí. Empecé a recordar el baile de otoño:
Teníamos distintos eventos durante el año, cada hermana organiza uno. Pero mi padre propone un baile cada año con el fin de que consigamos "pretendientes". Tiene un montón de reglas estúpidas como que no podemos irnos a vivir en otro lugar hasta que consigamos la misma cantidad de dinero que él tenía o nos casemos con alguien de buena posición social. Y él casi estaba llegando a tener un billón de dólares.
En el último baile, mi hermana Jemma se había enfrentado a él. Finalmente alguien lo ponía en su lugar. Yo era la mayor, asique no dudé ni un segundo en ir a apoyarla. Entonces mi padre pidió hablar conmigo, a solas. Asentí porque sabía lo que significaba: el futuro de mis hermanas dependía de mí.
- Debes dejar que Jemma vaya a la universidad- le dije seria- es muy inteligente, y la han admitido. No puedes ignorarla
Mi padre se acomodó su corbata. Parecía no inmutarse por lo que le estaba diciendo.
- Bien- dijo él
- ¿Bien?
Su respuesta me incómodo. Si él estaba tan tranquilo, es porque tramaba algo. Y yo no podía dar el brazo a torcer
- Permitiré que vayan a la universidad
Pensé que debía aprovechar aquella oportunidad.
- Y no competiremos más entre nosotras en eventos- agregué- es ridículo
Mi padre asintió.
- De acuerdo
Estaba aceptando todo con demasiada facilidad. Algo malo iba a suceder.
- Pero con una condición- dijo mirando por la ventana que dirigía al centro del salón de baile, enfocando sus ojos directamente en sus hijas menores.
- ¿Cuál? - pregunté abriendo los ojos
- Debes tener hijos. Pronto. Buscar a alguien.
Me quedé perpleja. ¿A quién iba a buscar yo? Había muchos problemas con lo que él proponía. Uno de ellos era que yo era lesbiana. Un pequeño detalle que jamás le había contado.
- Mis poderes se fueron porque tú naciste un mes después de lo que estaba previsto- decía mi padre sin mirarme- Mi padre murió llevando consigo sus poderes y los nuestros. Jamás fui el mismo. Yo tenía los mismos poderes que tu hermana Julie : podía atraer a quien yo quisiera. Así conocí a tu madre. Creí que sería el amor de mi vida, la verdad. No sabía que vendrían todas las demás.
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Jacarandá
RomanceLa hermana mayor de la familia Thompson es perfecta y cuida siempre de sus hermanas, pero su padre aún cree que no es suficiente. Las lecciones de modales no serán un problema para ella, pero si lo es el evitar enamorarse de su instructora. Sobre to...