on a comet

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Una luz tenue le hizo abrir los ojos.

Asta se despertó de golpe, frotándose su cara seca para darle forma antes de tomarse un momento para darse cuenta de su condición. Parpadeando, una gota de agua cayó sobre su rostro. Sintió que estaba soñando. Bueno, probablemente lo era. Se había quedado dormido en un árbol después de cansarse de entrenar nuevamente en la cueva del cráneo. Excepto que esta vez se había quedado dormido, y debería haber regresado a la iglesia hace mucho tiempo. Supuso que probablemente pasaba de la medianoche, o probablemente más. La luna brillante brillaba plateada y, por lo que parecía, no se escondería pronto.

Mierda. ¿Realmente se quedó dormido entrenando otra vez? ¡Esta es como la tercera vez! Sin mencionar que no estaba llegando a ninguna parte. Ganó algo de músculo, pero después de todos estos años seguía tan delgado y desgarbado como siempre. Por no hablar de lo enano que era también. A estas alturas, la mayoría de los niños más jóvenes que él eran capaces de usar magia hasta cierto punto y, sin embargo, aquí estaba él, quince años, y ¡todavía sin magia!

Ay no...espera, mierda. La hermana Lily y los demás deben estar preocupados por...

-¿Ya estás despierto?

Asta cayó. Se golpeó la cabeza con una ramita, escuchó un chasquido y cayó de la rama en la que estaba descansando. Gritó, tratando de aferrarse a algo mientras su mente procesaba lo que acababa de suceder. Llegó demasiado tarde y sus dedos rasparon la corteza. Cerrando los ojos y preparándose para el impacto, esperó...

Sin embargo, el impacto nunca llegó.

Sintió algo frío, algo ventoso...aquello lo envolvió y lo ralentizó mientras aún estaba en el aire. Sus pies aterrizaron suavemente sobre la hierba mojada e hizo que Asta se preguntara si todavía estaba vivo o no. Quiero decir, se sentía vivo. ¿Quizás esto era el paraíso?

-¿Eh, Que pasa contigo?- La suave voz lo sacó de su imaginación, pasando por sus oídos suave como la seda. Abrió lentamente los ojos, sin saber qué esperar. En cualquier caso, la voz le sonaba extrañamente familiar. Sonaba casi como...

-¡¿Y-Yuno?!

-Sí. ¿Estás bien? Dormiste muchísimo hoy.

-Bueno, gracias, no me di cuenta de eso...

-Yo fui quien salvó tu vida hace un momento.

-¡Tú fuiste quien hizo que me cayera en primer lugar!

Yuno suspiró. -Oh, ¿Enserio?

Asta frunció el ceño. -¡Si, enserio!

Yuno giró su cabeza hacia un lado, una leve sonrisa apareció en sus labios. Asta quería quitárselo de la cara, pero no tenía suficiente energía para hacerlo. Toda su resistencia se agotó por completo debido a sus entrenamientos anteriores. Todo su cuerpo se sentía como un calcetín mojado y lo odiaba. No había manera de que dejara que Yuno lo menospreciara por un error tan estúpido. Quería protestar, decir que no iba a perder.

-¿Por qué estás despierto? De cualquier modo...

-Estaba esperando a que te levantaras, idiota.

-¡No tenías que esperar! ¡¿Y a quién llamas idiota?!

-A ti. ¿No quedó eso suficientemente claro?

-En serio, no puedo lidiar contigo...

Murmuró Asta, suspirando antes de dar un paso delante de Yuno. Comenzó a caminar un poco pero poco después se detuvo abruptamente.

-Dime, Yuno, ¿qué vas a hacer cuando nos vayamos?

-Convertirme en un Caballero Mágico, obviamente. ¿Por qué?