El descenso del Arcángel (4°parte)

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Tras alcanzar la estabilidad, Uriel avanzó hasta llegar frente a Ziniael. Ella lo observaba conmovida y agradecida, donde ahora, sus lágrimas son de alivio y esperanza.

—Lamento por lo que has tenido que pasar… Deja en mis manos el resto, ve con los tuyos —le dijo, mientras acariciaba la cabeza de ella.

Detrás de Ziniael, junto a los bebés, se ponían de pié los dos escoltas que milagrosamente habían revivido, fueron curados por la luz que había emanado Uriel al momento de llegar. Ella los vió y se alegró por aquel suceso, y antes de ir con ellos mencionó al arcángel  —No debes permitir que toquen a los pequeños —sugirió, luego caminó hacia sus escoltas para resguardar a los gemelos, ahora sintiéndose más segura.

Por otro lado, Baál y Aym lograron la estabilidad luego de aquella descarga eléctrica. Sólo les afectó aquella descarga por el hecho de estar alejados de su antigua naturaleza divina; por algo se les llama “caídos”.

Con la arrogancia y locura que ha demostrado Baál, dirigió su báculo hacia el recién llegado y apuntó con la esfera de esta. Después, sin rodeos preguntó al arcángel si también deseaba obtener los avatares. Obviamente su nivel cognitivo le falla, pero tras mirarlo fijamente por unos segundos, tuvo un leve recuerdo de haberlo visto antes.

Aym, que estaba a su lado, volvió a inclinar su rostro hacia el oído de Baál con la clara intención de informar sobre el sujeto que tenían frente a ellos. Sin embargo, Baál lo detuvo antes que pronunciara una palabra; al parecer, ya tenía la noción de quién se trataba.

—¡¡Tú!! ¡¡Tú eras el protector del paraíso!! Si, si, si, te vi allí… Tenías consigo un par de espadas de fuego, giraban a tu alrededor… Con ellas alejabas a todo los humano que buscaban volver a ese domo que llamaban paraíso ¿no? Eres un arcángel ¿no?

  El arcángel Uriel respondió con un rotundo sí. Y sin nada más que decir, se puso en posición de ataque ante ellos, los cuales, lentamente se dirigían a él. Sin embargo, tras verle en ese estado; serio, con la espada preparada, sus alas en posición para lanzarse a gran velocidad, y con la leve energía y algunos destellos de electricidad a su alrededor. Baál supo evaluar la diferencia de poder entre ellos.

El calvo detuvo el avance de Aym y le insinuó que dejase al arcángel en sus manos. Luego caminó tranquilo, como si no pasara nada fuera de lo común, desapareció su báculo y tomó sus manos detrás de su espalda, creyó demostrar más elocuencia y de ese modo preguntó:

  —¿Acaso sabes lo que tenemos aquí? Son dos avatares, ¡espléndidos avatares! Creados genéticamente para tener una mayor resistencia molecular…¿Sabes qué significa aquello arcángel Uriel?... Son los cuerpos humanos más preparados para ser poseídos. ¡¡Ya basta de sacos de huesos, sacos de mierda, los cuales no tienen la resistencia necesaria!!... —Baál creía tener la situación en la palma de su mano, pero para los demás, incluyendo Aym, era una tediosa e innecesaria charla cursi, y continuó:

  —¡¡Años les tomó a tal pueblo elegido corregir el linaje de una descendencia, para ese que llaman “salvador” de este mundo lograse nacer, pues no podía nacer en un cuerpo cualquiera!!... Así como él, también hubieron otros que encarnaron en este mundo tras buscar al mejor avatar. Por tanto exij…

  —¡¡Ya cierra la boca!! —gritó el arcángel, agotado de tanta palabrería.

  Levantó su espada mientras su energía espiritual comenzaba a emanar de su cuerpo —¡¡No tocaras a esos niños!! —dijo, haciendo retroceder al desquiciado de Baál.

  Luego, Uriel exclamó —¡¡Espadas ardientes!!  —y aparecieron un par de espadas, una en cada lado de él, las mismas que ya había mencionado Baál anteriormente. Estaban envueltas en fuego y se movían en torno a Uriel; giraban a su alrededor, como si fuesen un escudo para él.

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⏰ Última actualización: Jun 15 ⏰

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