6 - Parecía odiarme

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Suspiró ligeramente nerviosa, el ardor en sus ojos hizo que la aguja perforara varias veces su piel al coser; el temblor constante en sus manos hacía más difícil el trabajo

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Suspiró ligeramente nerviosa, el ardor en sus ojos hizo que la aguja perforara varias veces su piel al coser; el temblor constante en sus manos hacía más difícil el trabajo. Dejó todo para ir al baño, tomar aquel botiquín de primeros auxilios y sacar unas benditas. Los orbes bicolor se centraron en aquel espejo cubierto frente a ella.

¿Por qué temía quitárselo?

Sí, odiaba verse. Su maldito reflejo, el hecho de que todos aborrecieran aquellos ojos. Se odiaba a sí misma, no le gustaba esa apariencia.

<Quiero ser normal<, pensó. Salió tomando ese lindo almohadón hecho a mano. Con temor, abrió la puerta para empezar a bajar, alerta ante cualquier posible ataque dirigido hacia ella. Efectivamente, llegó a notar un leve movimiento: esa cosa negra se lanzó al frente. Por instinto, se abalanzó sobre el sofá, esquivándolo.

—¡E-espera! —Llego a exclamar temblando mientras abrazaba su almohadón—, hice esto para ti

Se bajo y con rapidez dejó el almohadón al suelo en un lugar cómodo. Volvió al sofá tomando la escoba en el camino por las dudas.

—Lo hice para que descanses —comentó temblando, intentando mostrarse tranquila y confiada. Sus piernas la delataban.

Hiei quedo observando unos segundos, la atención terminó en las manos de ella, molestandolo por lo torpe que es para hacer algo así. Pero termino yéndose a acostar, fulminando con la mirada a esa castaña en el proceso.

Sabiko suspiro aliviada, dudando en bajarse, pero termino gritando tras el sonido del timbre alertar su sentido auditivo, enojando otra vez al felino. Ese grito pareció alertar a quien llamaba ya que comenzó a golpear repetidas veces. Justo cuando ella se acercó para abrir, de las escaleras salió la figura masculina del pelinaranja, haciendo una pose de batalla, quizás entrando por la ventana de su habitación.

—¡Quién te está haciendo daño, Sabiko! —Exclamó alerta, preparándose para luchar.

—Kuwabara —Murmuró sorprendida, su alteración fue disminuyendo y sonrio al verlo.

¿Entro por su ventana porque estaba preocupado?

No estaba tan acostumbrada a ese tipo de sentimientos hacia ella, pero... fue reconfortante.
Este arqueo una ceja al verla en buen estado, enderezandose fue buscando con la mirada alguna posible amenaza.

—¿No estabas en peligro? —miro a su alrededor—, ¿Porqué gritaste?, creí que alguien te hacía daño

—Oh, lo siento —se disculpó apenada—, solo estaba asustada por el pequeño Hiri.

—¿Hiri? —Dijo confundido, luego su atención fue hacia el felino que lo miraba fríamente.

De la nada comenzó a reír, confundiendo a la castaña. Ponerle un nombre tan obvio a Hiei y que suene tan adorable le resultó gracioso he humillante para el enano. Dejó de burlarse cuando el mismo pequeño salto en su cabeza para morderlo sin parar haciéndolo gritar y rodar al suelo.
Sabiko sintió miedo en un comienzo, pero luego le vio lo divertido, intentando ver un poco ese lado positivo que suele evitar.

—Kuwabara, ¿Estás bien? —se asomó preocupaba al verlo con los ojos en blanco—, lo siento, Kurama mencionó que Hiri suele ser así. De hecho ha intentado atacarme varias veces —consejo temblando su cuerpo como gelatina.

Era adorable según su amigo, quien sonrío y palmeo la cabeza de esta.

—Tranquila, vine a visitarte para que no te sientas tan presionada con esto —sonrío al verla más tranquila—, además, yo no le tengo miedo a esa cosa —señaló con su pulgar a Hiei, recibiendo un gruñido—. Bien, ¿Necesitas algo?, estoy para ayudar.

Agradecida asintió, pensando en lo que necesita ahora mismo.

—De hecho, debo comprar para la cena y unas cosas más —murmuró dudosa, jugando con ambas manos—, ¿Me acompañas?

Pese a que ellos suelen ofrecerse, Sabiko siempre pregunta con duda he inseguridad. No sabe cuánto la aprecian sus amigos y les duele verla así de negativa. Kuwabara levantó el pulgar.

—No debes preguntar, para eso estoy aquí —En eso volteo para tomar una pequeña mochila rosa de ahí y acercarse al felino—, tú no te puedes quedar solo "Hiri", quién sabe los problemas que darías y necesitas aire.

Le costó pero entre rasguños y gruñidos pudo tomarlo metiéndolo en la mochila. Mientras la otra se preparaba para salir, esperando.

—Te queda el rosa, pequeño Hiri —Río con malicia, llevando la mochila en su hombro—. ¡Bien, vamos!, una salida de amigos.

Esas palabras se oyeron agradables para ella.

Lamentó la tardanza, en verdad agradezco el pequeño apoyo que le dan

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⏰ Última actualización: Jun 03 ⏰

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Fire Cat - Overcoming the past [Hiei] (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora