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Lenn se retiró el sudor de la cara con el dorso de la mano, mientras observaba la exuberante vegetación de la selva a través de huecos en la tela del carromato. Después de más de tres semanas de viaje por el interior del continente, ya debían de estar cerca de Tu'ux.
Sabía que Ilanis era mucho más soleado que Drühn, por supuesto; sin embargo, su llegada al puerto de Vindun, la capital de Ilanis, le había hecho confiarse un poco en cuanto a la temperatura. No había tardado en comprender que el efecto del mar y los vientos sobre las praderas al noreste de Ilanis creaban un clima muy diferente a la sofocante humedad de las selvas al suroeste.
Gracias a los contactos de Arvid había podido iniciar su viaje, pero lo demás dependería de sí mismo. Esperaba poder encontrar algún rastro, aunque aún no supiera bien dónde.
Aun así, tenía confianza en su empresa. Tu'ux era considerada la capital del comercio en aquella zona. Además, había sido la segunda ciudad más importante para los tecayari, justo después de Aztilan. Si algún lugar podía contener las pistas que necesitaba, era aquel.
—Hay algunas ruinas dispersas cerca de la ciudad, pero ya nadie las visita. Además, corren rumores de que se han convertido en guaridas para bandidos. ¡Ni se te ocurra ir, Lenn! —le dijo una mujer que le acompañaba en el carromato, después de que decidiera preguntar al resto de pasajeros por la ciudad.
Era morena de los pies a la cabeza, nacida y crecida junto a su hermana en Niyoh, una ciudad al oeste del continente en la desembocadura del río Oya. Conocida, según había leído y le habían confirmado ambas hermanas, por el cultivo y la venta de guayaba azul, una fruta de lo más exquisita y apreciada en Vindun.
—El Ejército tiene muchos registros en el Cuartel General a las afueras, pero para acceder a ellos hace falta un permiso. Cosas requisadas durante la expansión, ya sabes. —Apuntó entonces otra mujer, la hermana menor de la anterior. Habían viajado juntas hasta Vindun para establecer un contrato con una empresa de comercio y ahora estaban de regreso a casa—. ¿Tal vez en el ayuntamiento puedan ayudarte a encontrar esas ruinas que buscas?
—¡Sandeces! —dijo el cuarto y último pasajero del carromato: un anciano pelirrojo que venía del norte de Ilanis para asistir a la boda de un pariente lejano y disfrutar de las paradisíacas playas en la punta contraria, al sur—. Lo que tienes que hacer es juntarte con exploradores, Lenn, sólo aquellos que han ido más allá de la civilización conocen lo que se oculta en la maleza.
Las hermanas le replicaron al unísono y así comenzó una discusión. Para evitar que fuera a más, el joven les apaciguó con las manos. Agradeció la ayuda de todos con una sonrisa y cambió de tema, pidiéndoles que le hablaran sobre sus tierras natales. No sabía si algún día las visitaría, pero quería aprender todo lo que pudiera más allá de los libros.
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Aztilan: La ciudad perdida
Fantasy*Historia en progreso* Incluso cuando todo parece perdido, la esperanza se abre camino. Wayra es una tecayari, una de los pocos que quedan tras la destrucción de su cultura a manos del Imperio Vör hace cuatro siglos, debido a la peligrosa magia que...