CAMILA
Desde el momento en que vi al profesor Javier Ramírez entrar en el aula el primer día, supe que algo iba a cambiar. No era solo su apariencia, aunque debo admitir que su porte y su mirada profunda me llamaron la atención de inmediato. Era más que eso; había algo en su forma de moverse, en la manera en que hablaba sobre las matemáticas con tanta pasión y claridad, que me intrigó profundamente.
Me senté cerca de la ventana, como siempre, con la esperanza de que el sonido de la brisa y la vista del exterior me ayudaran a concentrarme. Pero en lugar de perderme en mis pensamientos como solía hacer, me encontré siguiendo cada palabra que él decía, absorta en sus explicaciones. Cuando pidió que nos presentáramos, sentí un nudo en el estómago, pero su sonrisa alentadora me dio la confianza para hablar.
—Hola, soy Camila Torres. Lo que más me gusta de las matemáticas es la geometría, especialmente la forma en que todo se conecta de manera tan precisa.
Su respuesta fue una mezcla de profesionalismo y calidez que me hizo sentir segura y apreciada. Desde ese momento, supe que haría todo lo posible para destacar en su clase, no solo por mi amor por las matemáticas, sino también para ganarme su respeto.
Con el paso de las semanas, las clases con el profesor Ramírez se convirtieron en mi momento favorito del día. Noté que él también me miraba de vez en cuando, y no pude evitar sentir una chispa de emoción cada vez que nuestros ojos se encontraban. Las miradas que compartíamos eran breves, pero cargadas de un significado que no podía ignorar. Había algo en esos momentos que me hacía sentir conectada a él de una manera que no podía explicar.
Recuerdo especialmente un miércoles por la tarde, cuando estábamos aprendiendo sobre los triángulos. Me sentía especialmente concentrada ese día, tomando notas diligentemente y absorbiendo cada palabra de sus explicaciones. En un momento, nuestros ojos se encontraron y, sin pensarlo, le sonreí tímidamente. Me sorprendió cuando él me devolvió la sonrisa antes de continuar con la clase.
Después de la clase, me acerqué a su escritorio con la excusa de agradecerle por la lista de recursos que me había enviado. La verdad es que solo quería hablar con él, escuchar su voz y sentir esa conexión un poco más.
—Profesor Ramírez, quería agradecerle por la lista de recursos que me envió. Ya comencé a leer el libro de geometría, y es realmente interesante.
Su sonrisa genuina y su respuesta amable me hicieron sentir una mezcla de nerviosismo y felicidad.
—Me alegra saberlo, Camila. Si tienes alguna pregunta o necesitas más recomendaciones, no dudes en decírmelo.
—Gracias, lo haré —dije, sonriendo antes de salir del aula.
A medida que las semanas avanzaban, no pude evitar sentir que había algo más entre nosotros. Sus miradas furtivas y su atención especial me hacían sentir especial. Cada vez que levantaba la mano para responder una pregunta, sentía su mirada sobre mí, y eso me daba fuerzas para seguir adelante.
Un viernes por la tarde, después de haberle enviado un correo electrónico agradeciéndole por su ayuda, recibí su respuesta casi de inmediato. Mi corazón latió más rápido al leer sus palabras.
—Gracias, Camila. Me alegra saber que mis explicaciones te ayudan. Que tengas un buen fin de semana también.
El fin de semana, no pude dejar de pensar en él. Me preguntaba si él también pensaba en mí, si sentía esa misma conexión que yo sentía cada vez que nuestras miradas se encontraban. Sabía que debía ser cuidadosa, que nuestra relación era estrictamente profesional, pero no podía negar lo que sentía.
El lunes siguiente, durante una clase sobre funciones trigonométricas, intenté concentrarme en mi trabajo, pero no pude evitar sentirme más reservada de lo habitual. Estaba segura de que él había notado mi cambio de actitud. Al final de la clase, reuní el valor para hablar con él.
—Profesor, ¿puedo hablar con usted un momento? —pregunté, sintiendo mi corazón latir con fuerza.
—Por supuesto, Camila. ¿Qué ocurre?
Tomé una respiración profunda y decidí ser honesta.
—He estado pensando mucho en nuestras conversaciones y en lo que siento cuando estoy en su clase. No quiero que malinterprete mis intenciones, pero creo que debería ser honesta. Me siento muy cómoda hablando con usted y a veces siento que hay algo más, algo que no puedo explicar.
Su respuesta fue cuidadosa, pero también llena de comprensión.
—Camila, aprecio tu honestidad y tu confianza. También me siento muy cómodo hablando contigo, pero debemos recordar que hay límites en nuestra relación debido a nuestras posiciones. Mi deber es asegurarme de que recibas la mejor educación posible y de mantener una relación profesional.
Asentí lentamente, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. Sabía que tenía razón, pero no podía evitar sentirme decepcionada.
—Lo entiendo, profesor. Solo quería que supiera cómo me siento. Gracias por escucharme.
—Siempre estaré aquí para escucharte, Camila. Es importante que podamos hablar abiertamente, pero también es crucial que respetemos esos límites.
Salí del aula con una sensación de alivio, pero también con un peso en el corazón. Sabía que debía ser cuidadosa, que nuestra conexión, aunque real, debía mantenerse en el ámbito profesional. Pero no podía evitar sentir que había algo más, algo que ambos estábamos tratando de negar.
A medida que las semanas avanzaban, seguí asistiendo a sus clases, absorbiendo cada lección y esperando esos breves momentos de conexión. Las miradas y las sonrisas furtivas continuaron, llenas de significado y emoción no expresada. Sabía que nuestra relación era complicada, pero también sabía que no podía negar lo que sentía.
Así, la tensión no resuelta siguió creciendo, desafiando mis propios límites y llevándome a explorar mis emociones de una manera que nunca había imaginado. Cada día era una nueva oportunidad para aprender, no solo sobre las matemáticas, sino también sobre mí misma y sobre la naturaleza de mis sentimientos por el profesor Javier Ramírez.
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Conexión Prohibida
Short StoryEn una tranquila ciudad, el profesor de matemáticas, Javier, y su estudiante del Instituto, Camila, comparten una conexión especial que empieza con simples sonrisas y miradas en el aula. A medida que las clases avanzan, esta conexión trasciende las...