Capítulo 1: El Primer Día

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JAVIER

La primavera había llegado a la ciudad, y con ella, un nuevo semestre en el Instituto Superior San Ignacio. Javier, un joven profesor de matemáticas, se preparaba para su primer día de clases. Era su primer año enseñando en el Instituto, y aunque había dado clases en la universidad, sabía que enfrentaría desafíos distintos con estudiantes más jóvenes como son los de las asignaturas elementales.

Javier era un hombre reservado, introvertido por naturaleza, y su amor por los números y las ecuaciones había sido su refugio desde la infancia. Las matemáticas le daban consuelo y le permitían explorar patrones y resolver problemas que, de otro modo, no se atrevía a enfrentar. Había aceptado el puesto en la preparatoria con la esperanza de inspirar a sus estudiantes a descubrir esa misma pasión por las matemáticas.

Al llegar al Instituto, Javier sintió una mezcla de nervios y emoción. Caminó por los pasillos llenos de estudiantes charlando y riendo, y se dirigió a su aula, donde se detuvo un momento frente a la puerta antes de entrar. Tomó una bocanada de aire y se dijo a sí mismo que todo iría bien.

El aula estaba casi llena cuando Javier entró. Los estudiantes lo miraron con curiosidad, evaluando a su nuevo profesor. Él dejó su maletín sobre el escritorio y escribió su nombre en la pizarra.

—Buenos días, soy el profesor Javier Ramírez y estaré a cargo de su clase de matemáticas este semestre —dijo con voz clara, aunque sentía un leve temblor en el estómago—. Espero que juntos podamos explorar el maravilloso mundo de los números y encontrar algo que nos apasione.

Entre los estudiantes, una chica captó su atención. Estaba sentada cerca de la ventana, con el cabello largo y oscuro cayendo sobre sus hombros. Sus ojos, profundos y curiosos, lo observaban atentamente. Javier sintió una extraña conexión, aunque no le dio mayor importancia en ese momento.

—Vamos a comenzar presentándonos brevemente —continuó—. Me gustaría saber sus nombres y algo que les gusta de las matemáticas.

Los estudiantes comenzaron a presentarse uno por uno. Había una mezcla de entusiasmo y apatía, típica de una clase de preparatoria. Cuando llegó el turno de la chica de la ventana, ella se levantó y habló con una voz suave pero segura.

—Hola, soy Camila Torres. Lo que más me gusta de las matemáticas es la geometría, especialmente la forma en que todo se conecta de manera tan precisa.

Javier sonrió, impresionado por su respuesta.

—Excelente, Camila. La geometría es una parte fascinante de las matemáticas, y me alegra que la disfrutes.

La clase continuó con Javier explicando el plan de estudios y los temas que cubrirían ese semestre. Mientras hablaba, notaba de reojo las miradas ocasionales de Camila. No podía evitar sentirse un poco incómodo, pero trató de concentrarse en su enseñanza.

Al final de la clase, los estudiantes comenzaron a guardar sus cosas y a salir del aula. Camila se acercó a Javier con una sonrisa tímida.

—Profesor Ramírez, solo quería decir que me alegra tener un profesor que realmente ama las matemáticas. Espero aprender mucho este semestre.

Javier le devolvió la sonrisa, sintiéndose genuinamente conmovido.

—Gracias, Camila. Espero que disfrutes la clase. Si necesitas algo, no dudes en preguntar.

Camila asintió y se fue, dejándolo con una sensación de satisfacción. Tal vez, después de todo, este semestre sería una oportunidad para conectar con sus estudiantes y compartir su pasión.

Las siguientes clases pasaron sin incidentes, pero Javier no podía dejar de notar la presencia de Camila. Ella siempre parecía prestar más atención que los demás, tomando notas diligentemente y participando en las discusiones. Aunque mantenía una distancia profesional, había algo en ella que lo intrigaba.

Un día, mientras Javier organizaba sus cosas al final de la clase, Camila se acercó nuevamente.

—Profesor Ramírez, ¿podría recomendarme algunos libros o recursos adicionales para estudiar geometría? Quiero ampliar mis conocimientos.

Javier se sintió complacido por su interés.

—Por supuesto, Camila. Te haré una lista de algunos libros y recursos en línea que creo que te serán útiles. Puedo enviártela por correo electrónico si quieres.

—Eso sería genial, gracias. Aquí está mi correo —dijo ella, escribiendo rápidamente su dirección en un trozo de papel y entregándoselo.

—Perfecto, te enviaré la lista esta noche.

Camila sonrió y se fue, dejándolo solo en el aula. Javier miró el papel con su dirección de correo y sintió una mezcla de curiosidad y una leve inquietud. Se recordó a sí mismo que debía mantener la profesionalidad y no dejarse llevar por la simpatía que sentía hacia ella.

Esa noche, Javier cumplió su promesa y le envió la lista a Camila. Incluyó una breve nota agradeciéndole por su entusiasmo y deseándole suerte en sus estudios. No esperaba una respuesta inmediata, pero apenas unos minutos después, su teléfono vibró con una notificación.

—¡Gracias, profesor! Estoy emocionada por empezar. ¿Cuál es su recurso favorito de la lista? —preguntaba el mensaje de Camila.

Javier sonrió ante su entusiasmo y respondió:

—Es difícil elegir uno solo, pero creo que el libro "Geometría y Trigonometría" de McDougal Littell es una excelente elección. Tiene explicaciones muy claras y ejemplos prácticos.

Esa breve interacción marcó el comienzo de un intercambio más frecuente de correos electrónicos entre Javier y Camila. Hablaban de problemas matemáticos, teoremas y temas de clase, manteniendo siempre un tono respetuoso y académico. Sin embargo, Javier no podía evitar sentirse cada vez más intrigado por la personalidad de Camila y por la conexión que parecía crecer entre ellos.

Mientras tanto, en el aula, las miradas y las sonrisas furtivas continuaban. Javier intentaba mantener la compostura, recordándose constantemente los límites de su rol como profesor. Pero a medida que pasaban las semanas, era cada vez más difícil ignorar la sensación de que algo especial estaba surgiendo entre ellos.

Así, el primer día de clases se convirtió en el inicio de una relación compleja y profunda, una conexión que desafiaría sus propios límites y los llevaría a explorar territorios emocionales desconocidos. Lo que comenzó con miradas fugaces y tímidas sonrisas, pronto se transformaría en algo más, algo que cambiaría sus vidas para siempre.

Conexión ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora