✨🌑 Capitulo 8 🌑✨

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Días nublados y ahora confusos.

Bostezo mirando el techo, mi reloj suena anunciando las 3:00 p.m. y me siento en la cama.

He perdido clases de le universidad desde que le di punto final a mi vida sentimental y ahora es nublada.

Paso muchas horas viendo la televisión en fachas pues no me dan ganas de mover un solo dedo en la casa, a veces viene la vecina a lado de la casa; ya es una mujer casi de la tercera edad que fue psicóloga pero se retiro, ha vivido en el edificio desde antes que yo naciera, una vez me escuchó chillando — mi manera de sacar todo — y vino a ver si estaba bien pues lucia preocupada, desde ese entonces ha venido y me ha dado consejos estas últimas semanas como; aceptación de que la relación termino, experimentar el dolor, apoyo etc. ella me ha dado el apoyo emocional, saco todo y escucho todos sus consejos, la señora Olga me trata como una abuela, siento que los adultos es fácil conversar porque ya pasaron por eso y saben que hacer, aparte es psicóloga, sabe que hacer y como ayudar a la gente.

Hoy escuchó sobre como me siento y me recomendó salir y distraerme porque si sigo así me sofocaré y estaré mas deprimida de lo normal.

Esas palabras me acompañan en el trayecto al baño donde todo esta oscuro porque no dejo la luz encendida. Prendo la luz y abro el segundo cajón, tomó un short negro de licra poniéndomelo rápido, y luego un top negro din bra solo pezoneras.

Camino atrás de la puerta y está un closet y tomo una chamarra gris delgada y la subo hasta donde cubra mis pechos. Alzo mi cabello en un moño mal hecho y me lavo el rostro con jabón, «mis ojos aún se ven rojos». regreso de nuevo a la habitación y solo tomo mis audífonos, 500 pesos, chicles, mi teléfono al 100% y busco en el último cajón hasta que encuentro mi cajetilla de cigarros con el encendedor.

La cajetilla tiene solo 10 cigarros pues solo los ocupo cuando salgo a caminar.

Una sensación de tristeza me inunda cuando veo sobre el buro la foto de Gael y yo buceando con delfines, pero no dejo que me gane y salgo de la habitación. Miro mi móvil mientras salgo de la cocina y veo llamadas perdidas de papá y de Rosa.

Antes tomo mis llaves y salgo de la casa poniéndole seguro y las echo en mi sudadera. Camino al departamento A-516 que es de mi vecina y me espero a que abra.

—Hola mi niña.

—Hola Olga – me da un beso en la mejillas — saldré un rato, ¿se le ofrece algo?

— justo estaba por salir — sonríe y me extiende el dinero — toma, cómprame 15 piezas de pan dulce, que sean 5 conchas y los demás panes que sean dorados.

—Ok, al rato se los traigo.

Asiente y me marcho de ahí, conecto el Bluetooth de mis audífonos y me voy a mi playlist poniendo mi lista en aleatorio, salgo del edificio y miro el cielo nublado como los días anteriores.

Me gusta este clima.

Camino por el sendero de la ciudad sin rumbo alguno, solo hundida en mis pensamientos mientras escucho música a volumen considerado y saco mi cigarrillo encendiéndolo.

Desde que termine a Gael no hay paz.

Si miro la tele, aparece una pareja de enamorados, si veo un catálogo aparece otra y si miro mi teléfono aparecen los 1500 mensajes y 100 llamadas pérdidas de Gael, desde que lo termine hace dos semanas no hay minuto ni hora en el que me mande mensaje o me llame. El día que llego borracho a mi departamento diciéndome que me amaba y que era un idiota, se soltó tantas maldiciones que mi corazón de pollito se arrugó y casi lo perdono.

Luna |Gabito Ballesteros|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora