The Puppet

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- Se está muy bien en mi cajita, no tengas miedo, pequeña.

- ¿No vamos a estar con los demás, Puppet? -la marioneta llevaba en brazos a la pequeña, evitando los pasillos en los que las cámaras de seguridad funcionaban.

- No, ellos deben de estar en otras zonas, además, es mejor así, Lee.

La niña sonrió y se acurrucó de nuevo en los brazos de la marioneta, sin soltar la suya propia. Se sentía muy segura, ya que ambas eran muy parecidas; además por fin su pequeño juguete parecía en verdad un caballero y la rescataba del villano.

- ¿Qué va a pasar con el hombre de morado? -al pasar bajo una luz de emergencia se pudo apreciar que la pequeña niña asiática tenía una horrible herida de la que no dejaba de emanar sangre. Sin embargo ella parecía no sentir ningún dolor.

- Tenemos que prepararnos antes de poder hacerle nada. De momento es demasiado fuerte para nosotros -sus ojos aparentemente inexistentes relucieron de rabia-. Además queremos esperar a que todos los niños estéis cómodos con nosotros.

- Ya lo estamos, Puppet, no te preocupes... -susurró la pequeña mientras se dejaba caer en los brazos de Morfeo. La nana de la marioneta terminó por ralentizar su respiración y la sangre dejó de brotar.

The Puppet continuó la travesía hasta su caja de música, sin dejar de cantar su nana en ningún momento. Cuando llegaron depositó a la pequeña en su refugio, su corazón ya no palpitaba, pero la marioneta se consoló con que ella ya había llegado a su nuevo hogar. Aquella había sido una noche muy dura para demasiadas personas.

De repente alguien interrumpió a la marioneta, quien acariciaba con delicadeza el pelo de la niña. Al girarse se sorprendió al encontrarse al cantante de la banda de los animatrónicos. No parecía estar muy contento.

- No encuentro a mi niño.

Ninguno de los dos supo si aquello era una buena noticia o una mala, pero algo no encajaba, al cumpleaños fueron el mismo número de niños que de animatrónicos, los habían visto y contado.

- ¿Tu niña te ha dicho algo sobre él?

- No la he preguntado, pero igual Fred...

- Mejor que no molestemos a Golden, de momento no, ahora mismo está demasiado rabioso como para ser objetivo -ambos animatrónicos asintieron. Tenían que ir a buscar al otro niño, pero ya casi eran las 6 a.m., de un momento a otro llegarían los empleados.

- Bonnie fue el primero en encontrar a su niño, igual deberíamos preguntarle a él primero, supongo que ambos estarán más tranquilos.

La Marioneta dudó unos segundos, quería continuar cantando a la pequeña Lee hasta que se hiciera de día, pero no podía dejar vagar durante la eternidad el alma del otro niño, era su deber. Además, quizás tenían suerte y él había sobrevivido.

- Me parece bien, ¿sabes dónde están?

El oso sonrió con tristeza y le indicó el camino a la sala de recambios, donde había visto por última vez a Bonnie y a Vincent. Puppet cerró con delicadeza la caja de música, no sin antes dar un suave beso de buenas noches a Lee. No podían perder el tiempo.

* * *

5:32 a.m.

- Bonnie, ¿estás dentro? -lo llamó Freddy mientras tocaba en la puerta. Una voz afirmativa les invitó a pasar.

Los dos animatrónicos apartaron un poco la vista para que su compañero terminara de colocarse su máscara de recambio. Entre ellos era algo vergonzoso ver el endoesqueleto de los demás.

- Ya estoy. Siento la situación, es que con la herida que le había hecho el tipo a Vincent tenía destrozada la cara. Tú también deberías cambiarte, Puppet, tienes el tronco astillado.

- No importa, nadie va a venir a jugar conmigo, con lo escondida que está mi caja como para encontrarme siquiera -rio, intentando quitarle importancia a la dura verdad.

- Bueno, ¿y para qué habéis venido? Encenderán las luces dentro de nada.

El conejo inclinó la cabeza doblando una oreja al fijarse mejor en Freddy. Era verdad, le faltaba algo... De repente algo se revolvió en el interior de Bonnie, aunque no fue posible de apreciar desde fuera. El espíritu del conejo se retiró con delicadeza, dejando aún más espacio a un curioso niño cuyo único sueño era ser un gran guitarrista.

- Foxy se fue con el hombre de morado cuando estábamos terminando de merendar, así que Fred los siguió, quedándonos los demás solos -los otros dos animatrónicos se estremecieron de tristeza al percatarse de que era el pequeño Vincent quien les hablaba-. Como me aburría salí a las recreativas. Mientras jugaba vino el tipo y me invitó a ver el escenario por dentro, para ver las luces y todo eso -el rostro animatrónico del conejo intentó hacer una mueca de dolor-. Clara, Lee y Freddy sí que obedecieron, así que si buscáis donde está mi amigo las chicas lo sabrán.

Puppet se acercó lentamente al nuevo cuerpo del pequeño y posó su mano de trapo en su hombro, intentando transmitirle la mayor cantidad de seguridad posible. Quería que el dolor cesara.

- Muchas gracias por tu ayuda, Vincent -cuando la marioneta y Freddy oso llegaron a la puerta se giró, intentando sonreír-. Por cierto, no olvides llegar puntual al espectáculo.

* * *

5:47 a.m.

- Freddy por favor, corre un poco, no nos va a dar tiempo a llegar a este paso.

- Majo, que tu eres mucho más ligero que nosotros y tienes más articulaciones.

Tenía razón, las pesadas envolturas del traje impedían que el oso pudiera andar a mayor velocidad. Puppet estaba demasiado preocupado como para esperarle más, así que salió corriendo todo lo rápido que podía hacia la cocina. Un estruendo de cacharros chocando entre sí reverberaba por todo el pasillo.

La marioneta no pudo evitar sonreír al oír la pequeña queja de la única animatrónica del show.

- ¿Estás bien, Chica? -preguntó Puppet nada más llegar a la puerta.

- Sí, sí, es que se me ha caído una cazuela en la cabeza. Odio que me cambien los cacharros de sitio.

- Lo sé, lo sé -la misma excusa de siempre rio la marioneta en voz baja.

Sin embargo las efímeras risas dieron paso al pánico con tan solo mirar el redondo reloj colgado en la pared. Sus brillantes números verdes le dolían como puñaladas: 5:52 a.m.

- Clara, no tenemos tiempo, ¿dónde estaba Freddy la última vez que lo viste? -aquella noche estaba siendo demasiado para la marioneta. Qué ganas tenía de acurrucarse junto a Lee en su caja de música, dormir y olvidar todo...

* * *

5:56 p.m.

- Hey, Freddy, ¿cómo se siente cantando en un escenario siendo tan joven?

- Es increíble, mucho mejor de lo que jamás habría imaginado, Vincent -sonrió el oso a su compañero-. ¿Y tú como estás, súper guitarrista?

- ¿Hace falta que responda? -rió mientras demostraba su talento con una rápida cadencia. Para ser la primera tarde de las nuevas estrellas, todo iba de perlas.

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⏰ Última actualización: Jul 06, 2015 ⏰

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