En Yokohama, la vida de Atsushi Nakajima había dado un giro inesperado y maravilloso. Después de ser rescatado por la Agencia de Detectives Armados, finalmente había encontrado un lugar al que pertenecer, amigos que lo apreciaban y un propósito que le daba sentido a su existencia. La agencia se había convertido en su familia, y él había encontrado en ellos el amor y el apoyo que siempre había anhelado.
Los días se llenaban de risas y aventuras. Atsushi disfrutaba de los entrenamientos con Kunikida, las bromas de Tanizaki y Kenji, y las lecciones de Yukichi. Pero lo que más le llenaba de felicidad era la camaradería que compartía con todos. Incluso Dazai, con sus extrañas obsesiones y su humor oscuro, se había convertido en alguien especial para él.
Había una tarde en particular que Atsushi siempre recordaba con cariño. Estaban todos en la oficina, disfrutando de un día tranquilo después de resolver un caso difícil. Naomi y Haruno estaban decorando la oficina con flores, mientras Kenji y Tanizaki jugaban una partida de shogi. Atsushi, sentado en el sofá, observaba la escena con una sonrisa de satisfacción.
"¿Qué piensas, Atsushi?" preguntó Kyouka, sentándose a su lado. "Pareces muy contento."
Atsushi asintió, su sonrisa ensanchándose. "Estoy feliz, Kyouka. Por primera vez en mi vida, siento que pertenezco a un lugar. Estoy agradecido por todos ustedes."
Kyouka le devolvió la sonrisa. "Nosotros también estamos felices de tenerte aquí. Eres parte de nuestra familia."
La paz y la alegría que Atsushi sentía en esos momentos eran indescriptibles. Pero como ocurre con todas las cosas buenas, esta felicidad estaba destinada a enfrentar pruebas devastadoras.
Todo comenzó con pequeños cambios, casi imperceptibles al principio. Dazai empezó a faltar a sus reuniones, su humor se volvió más sombrío y sus ausencias se prolongaron. La preocupación se instaló en la agencia, pero Dazai, con su habitual misterio, se negó a explicar lo que sucedía.
Una noche, Atsushi encontró a Dazai en el tejado de la agencia, mirando las estrellas con una expresión melancólica. Se acercó con cautela, su corazón latiendo con fuerza.
"Dazai-san, ¿qué está pasando? Todos estamos preocupados por ti."
Dazai no apartó la vista del cielo. "Atsushi, hay cosas que no puedes entender. Pero si algo me sucede, quiero que cuides de la agencia. Ellos te necesitarán."
Esas palabras dejaron a Atsushi con un nudo en el estómago. "¿Qué quieres decir con 'si algo me sucede'?"
Dazai solo suspiró, sin dar más explicaciones. Esa noche, Atsushi no pudo dormir, atormentado por el miedo y la incertidumbre.
Los días siguientes trajeron noticias devastadoras. Se descubrió que Dazai había estado investigando un caso muy peligroso, uno que involucraba a la mafia y a antiguos enemigos. En una misión desesperada, Dazai fue emboscado y, a pesar de luchar valientemente, no logró sobrevivir.
La agencia quedó sumida en el dolor. Atsushi, especialmente, se sintió desolado. Dazai había sido su mentor, su amigo, su protector. La culpa y la tristeza lo consumían. Sentía que había fallado en proteger a alguien que significaba tanto para él.
El tiempo pasó, pero el dolor no disminuyó. Atsushi se esforzaba por mantener la agencia en funcionamiento, cumpliendo con la promesa hecha a Dazai. Sin embargo, la ausencia de Dazai era un vacío que nada podía llenar. Cada rincón de la oficina, cada misión, le recordaba a Dazai y la pérdida se sentía fresca y punzante.
Una noche, Atsushi se encontró de nuevo en el tejado, mirando las estrellas como lo había visto hacer a Dazai. Las lágrimas corrían silenciosamente por su rostro, mezclándose con la lluvia que empezaba a caer. La lluvia, fría y persistente, era un reflejo de su propio dolor, implacable y constante.
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UN GIRO INESPERADO
FanfictionEn Yokohama, la vida de Atsushi Nakajima había dado un giro inesperado y maravilloso. Después de ser rescatado por la Agencia de Detectives Armados, finalmente había encontrado un lugar al que pertenecer, amigos que lo apreciaban y un propósito que...