La respuesta... ¡Dios! Aún no sabía la respuesta ni mucho menos cuanto tiempo le quedaba. En realidad, ni siquiera se esforzó en pensarlo hasta que cayó en cuenta que no podía huir del lugar. Tan pronto como el demonio decidió dispersarse, mágicamente la puerta destruida cobró forma una vez más y el lugar en general terminó convertido en una jodida cárcel. No es que la entrada estuviera sellada o algo por el estilo, sino que en cuanto la abría del otro lado aparecía el mismo maldito interior del templo, una y otra vez. Como un bucle. Salir o entrar equivalían a lo mismo: tristes bancas eclesiásticas y un reluciente altar bajo la imponente y tétrica imagen de un Cristo crucificado.
¿Realmente existió la posibilidad de negarse? Leo podría haberlo supuesto, esos 20 minutos no eran más que un placebo para alimentar su esperanza y aflojar la tensión. Maldijo al Charro, gritó a la nada con rabia hasta que le ardió la garganta y, finalmente, se recargó contra el altar, deslizando poco a poco su espalda hasta quedar sentado. Escondió el rostro entre las rodillas y dejó escapar amargos sollozos que resonaron contra las paredes.
—Deja de llorar y bebe algo conmigo, chamaco.
La voz sedosa del Charro lo hizo alzar la cabeza con pesadez. Su mirada había perdido al fin el brillo desafiante de antes; en cuestión de minutos Leo San Juan terminó por desmoronarse ante su inevitable fracaso. Cediendo a la angustia.
En silencio secó sus lágrimas, se levantó con torpeza y resignado extendió la mano esperando a que el demonio le tendiera uno de los caballitos de tequila que estaba sirviendo plácidamente sobre la superficie del altar. Sabía de sobra que era una orden disfrazada de invitación por lo que ni siquiera trató de oponerse. Jamás había bebido.Dos sillas de roble negro aparecieron mágicamente frente a ambos, contrastando con los colores apastelados del lugar.
—Siéntate y dime ¿por qué no hablas conmigo? ¿Qué has decidido?
—Ambos sabemos que no es necesario que responda —Replicó Leo tajante, con ligeros dejes de odio y desaliento en la voz—. Si bebemos que sea en silencio
¿En silencio? Por qué no, pensó el Charro. Realmente le daba igual oírlo o no, por lo que se limitó a sonreír como gesto aprobatorio. Le pasó el vasito de cristal servido hasta el tope de tequila e hizo un pequeño brindis silencioso, bebiéndose el suyo de un trago. Leo trató de imitarlo, queriendo demostrar que estaba al nivel o algo similar según le pareció, pero tan pronto como el licor acarició su lengua todo terminó. Los labios le chorreaban y la respiración se le había acelerado, como si en vez del tequila hubiera tomado un ácido trago de vinagre que le incendió la faringe.
El demonio soltó una carcajada que hizo vibrar sus tímpanos.
—Bebe despacio.
No es que le importara demasiado, pero más allá de que no podía permitir que el muchacho desperdiciase uno de los mejores tequilas del infierno, si el alcohol lo sedaba tan rápido no podría cobrarse adecuadamente. Conocía perfectamente el desastre que un solo shot mal tomado puede causar en estómagos primerizos, por lo que esta vez sirvió únicamente medio trago. Todo iba e iría tal cual lo planeado esa noche. Sin errores, sin trabas.
—Trataré.
Y lo que quizo decir San Juan fue "Trataré de beber, en general, de beber". Era su primera –y rogaba porque también fuera la última– interacción con el alcohol. Su paladar repudiaba el amargo dulzor del tequila, bebía con lentitud y, mientras que el diablo llevaba tranquilamente un cuarto de la botella, él apenas podía sobrellevar un tercer caballito sin sufrir arcadas. La garganta le quemaba y sentía un latoso bochorno en el pecho.
No pudo más cuando completó un cuarto. El alcohol le escurría por la comisura del labio y padecía de pequeños espasmos, fuera la ebriedad o propiamente por la repulsión hacia la bebida y el engendro. Alzó la mirada tratando de enfocar a su acosador y sintió que el estómago se le encogía al no vislumbrarlo. Parpadeó. Una. Dos. Tres veces con perplejidad. Rogaba que la razón fuera el tequila que comenzaba a jugarle chueco.
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Forzado [Charrleo] 18+
FanfictionEl diablo está dispuesto a hacer lo que sea para obtener lo que quiere y en este caso es venganza.