Capítulo I - Agridulce

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"Los limones son agrios, pero la limonada es tan dulce y refrescante. Pero si el limón está pasado vuelve al agua más dulce que hay en una limonada muy amarga."

La noche oscura y tormentosa avanzaba, con la lluvia cayendo a cántaros, una vez más era hallado otro cuerpo mutilado, la policía y los forenses revisaban y acordonaron el área. La persona culpable permanecía en el límite junto a las demás personas que sólo disfrutaban del chisme con una apariencia preocupada detrás de los cordones de policía.

El cuerpo de una joven, Dorothea Evermore de 21 años de edad, fue hallado en medio de la carretera sobre el húmedo pavimento bajo la lluvia a altas horas de la madrugada. La chica no presentaba ningún signo de pelea y en su corazón la característica rosa roja del asesino.

No eran rosas comunes, nadie lograría un rojo sangre simplemente cultivando una rosa de color rojo, éstas eran el perfecto equilibro entre una rosa roja y una rosa negra... las espinas siempre cubrían la piel desnuda de aquellos cadáveres y salían en algún lugar específico.  En el caso de Dorothea, el corazón.

En las noticias de la mañana se escuchaban a los reporteros hablar del nuevo asesinato con mucho interés. Yo escuchaba de fondo mientras preparaba mi desayuno y de pronto el periódico llegó.

—¡No olvides la propina! - gritó el pequeño Lucifer en su bicicleta mientras se apuraba a entregar más periódicos a lo que yo simplemente reí.

Su nombre era Lucio Fernando y a mí me parecía divertido llamarle así, le conocí mientras cuidaba de él, como la mayoría de los adultos en este pueblo son muy devotos a la iglesia y solía todo ser tan aburrido, le di una alegría a mi vida cuando conocí a Lucio el día en que sus padres, los Evermore salieron a llevar a su adorada y querida hija mayor, Dorothea, a la central de autobuses para un viaje escolar.

Desde entonces Lucio me ha considerado como su hermana mayor, al ser de la misma edad que Dorothea y al pasar más tiempo conmigo que en su casa.

Suspiré pesadamente con ironía en mi pensar para después meterme a la casa mientras leía la noticia de la muerte de aquella chica y, la hora de la misa y funeral. Las clases se habían suspendido el día de hoy por su muerte así que tendría una mañana tranquila.

Luego de unos minutos el desayuno estaba servido, dos platos con huevos fritos y tocino uno era acompañado con frijoles y el otro con puré de papa, además de una malteada de chocolate y un café americano. Mientras iba a la cocina por el pan tostado y la mantequilla, escuché como se abría la puerta aumentando el volumen del sonido de la lluvia.

—Terminé, y ya llegué - dijo aquel niño entrando mientras se quitaba su ropa para lluvia quedando en su ropa normal sus calcetas.

—Vaya, está muy fuerte la lluvia ¿verdad? - respondí con una tranquilidad bastante normal mientras ponía el pan y la mantequilla en la mesa, de hecho, hasta se podía notar un ligero tono alegre en mi voz.

—Amai, es una tormenta, hace mucho desastre. - Dijo aquel niño de cabellos rojizos ondulados y piel pálida con pecas.

—Eso es lo divertido Lucifer, ahora lávate las manos. - dije con obviedad a lo que el chico de 12 años soltaba una corta risa.

Ya listos nos pusimos a comer mientras las noticias sonaban en la televisión, Lucifer comía con completa tranquilidad ignorando las noticias sobre la muerte de su hermana y yo comía viéndolos a ambos.

Rosas de Sangre: El Relicario Y Las DagasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora