capitulo unico

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Nota del autor: Bienvenido a mi infierno A/B/O (básicamente, omegaverse)

Advertencia: Contenido sexual explícito. Consentimiento dudoso: los personajes no están en su sano juicio y, por lo tanto, técnicamente no pueden dar su consentimiento (no de manera muuy consiente). También hay algo de manipulación y maldad en general. Es A/B/O. Quiero decir... vamos. (Pff jsj).

Si todo esto te parece bien, ¡espero que lo disfrutes! Feliz lectura.

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El sexo secundario de Steven nunca había sido algo en lo que pensara mucho. Cuando cumplió dieciocho años, confirmó lo que él y su familia siempre habían supuesto. Steven estaba seguro de que era beta, igual que su padre. Después de todo, no es como si algo más hubiera estado nadando en su acervo genético. Las gemas no tenían géneros secundarios, así que era una de las pocas cosas en su vida sobre las que su madre no tenía influencia.

Steven se conformaba con ser un beta. Después de las crisis y los cambios de humor que acompañaron su adolescencia, pensó que más hormonas causando estragos en su cuerpo podrían hacerle explotar la cabeza. Además, por lo poco que sabía de los otros dos géneros, se consideraba afortunado de no tener que lidiar con el aspecto del apareamiento. Ni siquiera tenía pareja. Connie, que se había presentado como alfa, había roto con él justo antes de irse a la universidad el otoño pasado. Con Steven en la carretera viendo nuevos lugares de interés y Connie ahogándose en sus estudios, realmente no tenían el tiempo o el espacio para mantener una relación romántica. Eso había sido difícil de aceptar para Steven, por supuesto. Le aterraba pensar con cuántas otras personas podría estar involucrada Connie, conociendo gente nueva en clase y asistiendo a fiestas de fraternidades y similares. Steven nunca se quedaba en un lugar el tiempo suficiente para llegar a conocer realmente a nadie. Conducir de ciudad en ciudad, de estado en estado, era estimulante y revelador, pero a menudo se sentía solo.

Ahora mismo, Steven se abría paso por las carreteras de tierra y los lugares emblemáticos de Aqua-New Mexico. Con la música a todo volumen y las ventanillas abiertas, observó cómo se oscurecía el cielo en el horizonte de la carretera vacía. Bostezó. Llevaba al menos tres horas conduciendo y apenas había visto una gasolinera mientras avanzaba por la desolada parte del estado. Era pintoresco, seguro, pero bastante desértico. Supongo que eso es de esperar en el desierto.

Después de un rato más, Steven finalmente vio una señal de salida que detallaba un restaurante de comida rápida, una gasolinera y un motel. Utilizó el intermitente por costumbre, aunque no había nadie en la autopista que lo viera, y se metió en la salida.

Llevaba casi dos años viviendo en habitaciones de moteles y hoteles, y el tiempo pasaba tan rápido que no podía creer que tuviera casi veinte años. Visitaba su casa de vez en cuando, se quedaba, tal vez, uno o dos meses antes de que el entorno y la inmovilidad le resultaran demasiado familiares. Amaba a su familia y amaba Ciudad Playa, pero no podía quedarse allí mucho tiempo. Había demasiados recuerdos de cosas malas que le atormentaban. Sin embargo, las comidas caseras de Pearl siempre eran agradables.

Steven recordó con cariño algunas de sus recetas favoritas mientras pagaba una hamburguesa con patatas fritas en este local de comida rápida poco iluminado y con un solo empleado. No es exactamente lo que debería estar comiendo, pero servirá por ahora. Pensó en el tiempo que hacía que no visitaba su hogar y se prometió que volvería pronto. Justo después de visitar el Gran Abismo.

[En esto último no supe si se refería al gran cañon]

Al llegar al motel, se dio cuenta de lo mucho que se parecía al primero en el que había estado en Keystone. La mayoría de los moteles parecían exactamente iguales, si era sincero, pero tal vez el hecho de pensar en su hogar le estaba haciendo ver algo familiar en este viejo y destartalado lugar. Dejó la tarjeta de crédito de su padre en la recepción, un acto que ha hecho innumerables veces desde que se fue de casa. Siempre se había sentido un poco culpable por usar el dinero de su padre con tanta ligereza, sobre todo en los hoteles más bonitos o en las ciudades donde la gasolina costaba un ojo de la cara. Sin embargo, Greg siempre insistía. Al fin y al cabo, esos diez millones de dólares eran excepcionalmente difíciles de rentabilizar, con los intereses y todas esas cosas de los bancos que Steven apenas entendía.

(Never) AloneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora