Introducción

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-¡Ábreme la puerta!- me pidió Damon bastante iracundo.
Empujé con todas las fuerzas que pude el armario que tenía a lado de mi cama para impedir que la puerta se abriera.
-¡Que me abras la puerta Violet!- exigió comenzando a golpear la puerta.
No sabía que hacer, así que solo me hice bolita en el suelo mientras sollozaba.
-¡Si no sales por tu cuenta entraré a como de lugar y no te gustará el resultado!- exclamó mientras seguía golpeando la puerta.
-No te voy a abrir la puerta. ¡Lárgate!- grité como pude para que entendiera que no lo quería cerca.
-Si no abres la puerta en este instante vas a lamentarlo, no dejaré que te vayas de mi lado, eres mía, ¡mía!-soltó iracundo.
-Sé que tu no me amas, sino no estarías del otro lado de la puerta gritandome como si me quisieras solo cono un juguete- le contesté con todo el dolor en mi pecho.
-Abre la puerta, te amo demasiado para dejarte ir, sabes que eres lo más preciado que tengo en este mundo-pidió más tranquilo.
Me quedé petrificada ante esa confesión, y después de pensarlo unos minutos moví el armario y abrí la puerta.

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