VIII

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Al día siguiente, Max despertó con el sonido del golpeteo de la puerta, salió de un brinco de la cama esperando encontrar a Michel al otro lado, pero su sorpresa fue encontrar a una chica rubia quien le entregó un paquete con ropa deportiva y el mensaje de que lo estarían esperando en diez minutos en el centro de preparación física. Corrió al baño para asearse rápidamente, lavó su cara y dientes para después vestirse con el atuendo que le habían entregado. Exactamente diez minutos después, estaba entrando a la sala de entrenamiento físico, en el lugar ya se encontraban entrenadores y personal médico que estaría haciendo las lecturas de sus signos vitales y todo dato recopilado por las máquinas de actividad física.

Comenzaron con estiramiento para después pasar directo a la caminadora donde un equipo completo de mascarilla y monitores para respiración fue colocado cuidadosamente en la parte superior de su cuerpo. Una parte de él estaba nerviosa de que en algún momento le pidieran quitarse toda la ropa para un completo examen físico y descubrieran su secreto. Ni siquiera había tenido la oportunidad de decírselo a Michel, pero con los últimos encuentros que habían tenido no es como si el tipo le diera toda la confianza del mundo para hacerlo.

Cuando sintió que ya no iba a poder seguir más, el equipo médico indicó que todo estaba completado y sus números se veían bien. Un nuevo cambio de ropa le fue entregado cuando lo llevaron de regreso a la habitación a descansar y le dieron nuevamente 15 minutos para estar listo y llevarlo a la sala del simulador. Cuando estaba en el pasillo en camino a su próxima prueba, la rubia que caminando a su lado le daba instrucciones de qué es lo que pasaría durante su prueba con el equipo digital, sin embargo, dejó de escucharla en cuanto divisó al mexicano hablando con algunos ingenieros que seguramente estarían supervisando durante la prueba.

Ahí estaba él, con ropa de vestir combinada a juego con esos zapatos italianos que estarían grabados para siempre en la mente del holandés. Recordar el cómo los había visto por primera vez le causó un ligero sonrojo que desapareció en cuanto el tipo apenas y notó su presencia al pasar junto a él cuando entró al simulador. ¿Tenía que ser un imbécil todo el tiempo? Al menos un "Buenos días, Max, ¿dormiste bien?", un poco de amabilidad no caería mal antes de tener que aguantar su mierda tan temprano, pensó el holandés para sus adentros, aunque su cara mostraba ya un ceño fruncido que no pasó desapercibido para nadie, incluido el mexicano a pesar de solo haberle dado una breve mirada.

Al encontrarse ya dentro del simulador, el holandés decidió entonces concentrarse en lo importante del momento, dar su mejor esfuerzo para asegurar su futuro como piloto. Lo pasaron al área correspondiente para iniciar su prueba y una vez todo listo comenzó su simulacro. Mónaco fue la primera pista otorgada, lo cual sorprendió al holandés, pero fue bastante desafiante y le agradó que no lo tomaran como alguien tan principiante como para darle un circuito simple. Al finalizar, esperaba le dieran comentarios por lo que hizo durante esa prueba, sin embargo, nada fue dicho. La pantalla frente a él se iluminó mostrando el siguiente circuito, el Circuito de las Américas. Finalmente, el último circuito fue puesto, Silverstone.

Fuera del simulador, Sergio miraba los datos a como eran registrados, el chico era realmente bueno, al menos en prueba virtual, aún faltaba verlo en una pista verdadera. -En cuanto termine, llévenlo a la pista para la prueba de conducción física. – Dijo al ingeniero que estaba junto a él al tiempo que Max terminaba la sesión.

-Si, señor Mendoza, el actual RB está listo para la prueba...- el ingeniero quedó a media oración al ser interrumpido por el mexicano.

-No, lo quiero ver con el mío. Quiero ver qué puede hacer con él. – cortó Sergio dándose la vuelta para salir del lugar hacia su oficina.

Max salió emocionado del simulador, ansioso por ver la cara que Michel tenía por los tiempos que había hecho y en especial por no haber tocado ni uno de los muros del circuito virtual en Mónaco, pero su rostro de entusiasmo nuevamente se vio opacado por la decepción al no encontrar al expiloto fuera sino verlo yéndose por el pasillo del lado contrario al que ahora lo guiaban. A este punto su enojo se había incrementado, especialmente porque la noche anterior había estado horas en internet buscando información sobre él y no había encontrado absolutamente nada. ¿Por qué el misterio de estar en las sombras? ¿Había cometido algún crimen y por eso no aparecía al ojo público?

The FallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora