CAPÍTULO I

17 7 0
                                    

Dailiet Ford Rodríguez

Llevamos dos días en este bosque y todavía no ha sucedido nada fuera de lo común. Todas las mañanas nos despiertan para que desayunemos, en mi efímera vida había visto tantos manjares. Todo tipos de frutas, carnes y verduras. Aunque yo me concentraba más en la primera.

Creo que he podido acostumbrarme a estar rodeada de árboles y flores, aunque es incómodo no poder ver nada mas allá de esto.

Todas las voces quedan en silencio cuando suena por las pequeñas bocinas qué hay en cada cuarto. La gruesa voz de un hombre:—Todas las doncellas deberán estar en media hora en la sala principal— un pequeño pitillo suena luego de esto.

Camino con pesadez al closet colocándome un hermosos vestido floreado. Amanda imita mi acciones pero se coloca una pequeña cadena que le ha regalado su madre antes de morir.

Bajamos juntas las escaleras hasta la sala indicada, somos las últimas en llegar y los susurros que llegan a nuestros oídos no se hacen esperar más.

—Hoy es el día—chillo con emoción una de las chicas—, hoy por fin seré la Luna de la manada Dark Night.

Y en este momento lo comprendí todo, nos llevaron a esta sala para hacer la selección de almas. La cara de Amanda palidece en segundos, su rostro se desfiguró por su ceño fruncido y cara de pánico. Nunca hemos estado cerca de estos perros enormes. Y tampoco queremos estarlo.

Diez guardias entran en la sala llevándonos a un círculo rodeado de árboles, las chicas ríen y con caras de alegría miran los autos llegar. Se bajan imponentes, olfateando el aire, en algunos algo en sus ojos cambian haciendo que brillen con más intensidad mientras sus vistas no se apartan de algunas chicas en específico.

Algo tiene estos hombres que son malditamente hermosos, sus facciones son una belleza, mandíbula cuadrada y ojos penetrantes. Forman una enorme fila de frente a nosotras dejando un gran espacio en el medio. Hasta ahora ninguno a posado su vista en mí. Y lo agradezco de cien formas diferentes.

Amanda se ve aterrorizada, sigo con la vista la dirección de sus ojos y paro en donde un hermoso rubio de ojos grises, la mira embobado. Tomó su mano con fuerza, ella gira su cabeza hacia mí y me da una sonrisa que parece más bien una mueca.

El aire se hace denso cuando llega a mí un dulce olor a cítricos y margaritas. Mi cuello gira inmediatamente fijando mi vista en un hombre de un pelo tan negro como sus ojos. El aire contenido en mis pulmones se va de inmediato en un suspiro. Sus ojos no se separan de mí.

¡Es tan malditamente bello!

Aparto mi vista de él después de salir del trance. Miro los árboles, a mi amiga, los demás hombres, a todo menos a él. Pero la intensidad de su mirada me pone nerviosa, me mira como si quisiera desnudarme.

—Vaya bombonazo te has llevado Dai—dice en un tono chistoso que no me ha dado ninguna gracia.

Un fuerte gruñido resuena entre todos estos especímenes de hombres. Buscamos con la mirada quien a provocado semejante ruido y justamente a sido el rubio de momentos atrás que ahora, no despega la vista de nosotras dos.

Amanda ríe por lo bajo.

—¿De qué te ríes maldita loca?

Su risa se vuelve más fuerte y capta más atención.

Oh Dios, recuerda que soy tu hija por favor.

—No soy una maldita loca.

—Si que lo eres.

—No.

—Si.

—No.

—¡Que si joder!—gritó por lo bajo.

Nuestra pelea se ve interrumpida por una falsa tos a mi costado. Doy la vuelta lentamente temiendo a lo que me pudiera encontrar que para mi sorpresa no es nada más ni nada que menos que al hombre que me miraba hace unos segundos.

No dice nada, pero sus ojos brillan intensamente. Ahora tendiéndolo más de cerca puede ver su perfección más detallada, mandíbula cuadrada, labios gruesos ¡que Dios! ¡me dan ganas de besarlo! , cejas pobladas y muy oscuras, sus ojos contienen más pestañas que los míos. Vaya Dios del Olimpo.

Escaneo su cuerpo completo y vaya, sus músculos se marcan desde un traje negro ajustado. Lleva unas muletas consigo. Sí, es él. El alfa, es un maldito alfa. ¡Lo tengo delante! Su aura es aún mas potente que la de todos aquí, desprende fuerza, y un toque de oscuridad, como si escondiera secretos que no puedo evitar querer saber.

—Vienes conmigo— su voz es gruesa pero aún así siento un escalofrío por todo mi cuerpo. Esperen un momento. ¿Ir a donde? ¿Amanda estará conmigo?

—¿Qué? ¿De qué hablan?— suelto, dando pequeños pasos hacia atrás.

Los brazos de Amanda me rodean con fuerza—No se la lleven, por favor—dice a punto del llanto.

Amanda siempre a estado conmigo, desde que tenemos uso de razón. Su madre y la mía fueron mejores amigas igual que nosotros, las cosas serían mucho más fáciles si ellas estuvieran con nosotras. Luego de que mis padres hayan sido atacados por unos malditos chupasangres, esa misma noche, tuve que huir a casa de Am, en el frío de la noche, en una maldita tormenta.

—No voy a ir.

—No te resistas, tienes que venir conmigo—masculla él.

—¡Que no voy a ir!

—Ella no va a ningún lado—Salta Amanda cubriéndome con su cuerpo.

El guardia más grandullón la toma del brazo con fuerza haciéndola gemir del dolor.

El rubio de acerca a grandes zancadas hacia nosotros, cierro los ojos, no quiero ver que es lo que va a suceder. El sonido de un hueso crujiendo suena. Abro los ojos como platos viendo al jodido tipo de rodillas aguantando su cara y al rubio inspeccionando el brazo de la pelinegra. Por lo menos está en buenas manos. A pesar de esto, Amanda no para de mirarme con ojos cristalinos.

—Vamos— me toman del brazo sacándome a rastras de aquel lugar.

Los gritos de Amanda y los míos son llamados de auxilio que todos ignoran.

Al mirar hacia atrás veo a todos aquellos malditos hombres cerca de las doncellas. Las que tuvieron la suerte de salir ilesas de la situación las excluyeron a una esquina, entre ellas, Oddete. Que me mira como si quisiera aniquilarme de tres maneras distintas.

Pataleo para que me suelten pero es en vano.

Siento un pinchazo en mi cuello. Los ojos se me cierran y la oscuridad me invade.

Y aún así, mi último pensamiento es Dean.

Invictos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora