La verdad

73 12 0
                                    

Han pasado tres meses desde que llevé a Yugi a vivir conmigo. Durante este periodo de tiempo el a estado asistiendo a terapia psicológica, una vez a la semana. Mientras que yo me dedicado a no solo trabajar sino que también a la comida, al aseo y al pago de cuentas.

Aquella noche me encontraba sentado en uno de los sillones de la sala de estar, tomando una lata de cerveza a la vez que miraba una película. Cuando de repente Yugi apago la TV, encendió la luz y se sentó en frente de mi.

- Yami, estoy listo para hablar sobre ello - serio.

- dejo la lata en la mesa de centro y lo miro a los ojos- Soy todo oídos.

- Después de mi noveno cumpleaños, alguien se metió en las cuentas de la empresa de mi padre y en sus cuentas bancarias. De las cuales como sacar grandes sumas de dinero y no se detuvo hasta dejarlas en cero.

Luego que mi papá se dio cuenta de ello, no tuvo más remedio que vender todo lo que teníamos para de esa forma pagar los finiquitos de sus trabajadores. Una vez que termino con ello, cerró la empresa, nos mudamos a un barrio de clase baja y mis padres se vieron obligados a cambiar de aspecto para no ser reconocidos.

Mi padre encontró trabajo en un supermercado como cajero y mi madre como mesera en una cafetería. No, ganaban mucho pero era suficiente como para sobrevivir mes a mes hasta que una noche mis padres, se pusieron a discutir a tal punto que cada uno salió de la casa y no regreso.

A los pocos días después los servicios soliciales, me llevaron a un orfanato y allí me quedé por cuatro años. A mis trece años, fui adoptado por una pareja de extranjeros.

Los cuales no me dieron un hogar, si no más bien un infierno. En cuanto llegue a su casa, dejaron de fingir amabilidad conmigo y me obligaron a hacer su esclavo. Tenía que limpiar, cocinar, atender sus caprichos, ir en las noches a sitios clandestinos a vender droga y volver con el dinero.

Si no obedecía me pegaban con el cinturón. Mi vida sigio así por tres años más, a esa edad, la policía me tomo preso por droga y no me quedé callado, les dije quienes eran los que me daban la droga y ellos también fueron a prisión.

Sin embargo, al ser menor de edad fui a una cárcel distinta a la de ellos. Lamentablemente allí uno de los reclusos, me llevó al baño a la hora libre y me violo.

Luego de que termino conmigo, se fue, yo quedé tan mal que perdí el habla, me sentía sucio, no quería nada. Continúe así hasta que dos meses después me dieron la libertad condicional y me fui a la calle, allí viví de las lismonas que me daba las personas hasta el día en  que tu me encontraste y te hiciste cargo de mi.

- Lamento mucho por todo lo que pasaste Yu, como me hubiera gustado ahorrarte todo aquello.

- Ya no se puede volver al pasado y evita que eso no pase pero ahora se puede hacer algo.

- ¿A que te refieres? - confundido.

- Yami quiero venganza, deseo vengarme de la persona que destruyo a mi familia. De esos sujetos que me trataron como basura y del infeliz que me quito mi pureza.

- Entiendo- me paro, me siento a su lado y tomo una de sus manos- Si, necesitas mi ayuda para llevar a cabo tu venganza, cuentas con todo mi apoyo.

- Gracias Yami.

No, digo nada más, solo le dedico una dulce sonrisa.

Continuará.



La venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora